La política mexicana como ideología:
un acercamiento al pensamiento crítico de Revueltas.
Josué Isaac Muñoz Núñez
En este ensayo propongo una mirada acerca de cómo
Revueltas entiende el desarrollo de la conciencia en tres aspectos: conciencia
inmediata, conciencia racional y conciencia dialéctica.
Esto nos servirá para comprender
por qué una crítica social tendría por fundamento una conciencia dialéctica,
pero para saber por qué ésta, y no otra, primero tenemos que saber cómo se
distingue cada consciencia. Segundo, ya que sabemos cómo se diferencian, ahora
podemos entender cómo la conciencia dialéctica critica a la ideología, que
sería la falsa conciencia. Por lo tanto, veremos qué es la ideología. Y
finalmente, podemos entender cuál es la ideología que impera en México y cuál podría
ser su crítica.
Conciencia inmediata, conciencia racional y conciencia dialéctica.
Revueltas en su ensayo Dialéctica de la conciencia expone que
la teoría funciona a través de dos actos
pertenecientes a un mismo proceso del conocimiento. Primero, mediante quienes
la piensan y la conforman consigo misma como pensamiento abstracto; segundo, en
concreto, como praxis, cuando transforma adecuadamente, es decir en
consecuencia con él mismo, el objeto que le fue propuesto[1].
El proceso teórico es donde las ideas, conceptos e hipótesis se desarrollan a
parte del objeto. Pues la teoría sólo confirma cómo actúa éste o se desarrolla:
lo describe, busca dar su explicación y en ningún momento lo transforma. En
cambio, en el segundo momento, el objeto de conocimiento y el conocimiento de
este objeto se identifican en la praxis:
aquí, el movimiento teórico se ha convertido en praxis, en una unidad de lo teórico (lo real subjetivo) con lo
práctico (lo real objetivo)[2]. Porque la teoría no
sólo explica al objeto, sino que conforma al objeto de conocimiento. Se realiza el concepto del objeto al
transformar o realizar al objeto. Esta
descripción que hemos hecho del movimiento de la teoría y su trayectoria hacia
la praxis no deja de ser, con todo, un esquema ideal[3].
No es lineal el proceso de lo teórico a lo práctico ni tampoco se resuelve
siempre así. Ya que, podemos quedarnos en lo mero teórico y explicar la
realidad desde el pensamiento puro. Por ejemplo, explicar qué es el hombre
desde solo una teoría como el cartesianismo: él hombre se divide en res cogitans y res extensa, esta teoría excluye y niega otros modos de ser del
hombre como el ser en proyecto de Sartre o el dasein pensado por Heidegger, pero en sí misma y para sí, el
cartesianismo sirve como teoría que da realidad al hombre, aunque no lo
realiza, sólo lo explica.
Este desarrollo del conocimiento para
Revueltas no es meramente la historia de la epistemología, sino la manera en
que la conciencia se desarrolla. Pero antes de este desarrollo del
conocimiento, y antes de emprender una interpretación de cómo es este proceso,
existe en el hombre un modo de ser originario. Este modo no es único e
insuperable: es la cotidianidad.
El hombre vive en un mundo social, y
éste es un mundo de relaciones humanas: El
“hombre” de este “mundo de los hombres” es un ser inmerso en una tupida,
complicada, abrumadora red de relaciones y correlaciones ajenas, que se manejan
y funcionan al margen de su voluntad, y sobre las que no puede ejercer, como
individuo, sino una influencia mínima, sin significación y, en todo caso,
mediante una acción reglamentada y contextual[4].
El hombre cotidiano vive en la sociedad sin interpretarla. Trabaja,
estudia, vive sin preguntarse cómo funcionan estas relaciones. Para el hombre cotidiano, el “mundo de los
hombres” se reduce al mundo de sus relaciones inmediatas y fácticas y él
tampoco se detiene a explicarse las relaciones abstractas con las que entra en
diario contacto, si no hay una exigencia utilitaria para ello[5]. Por lo tanto, este
primer modo de ser es inmediato, vive sin saber que vive y por qué vive. Este
modo es común a todos, hasta cierto punto, pues cuando subimos al metro o
escribimos un correo electrónico, no cuestionamos ni tampoco preguntamos cómo
es que sirve el metro o el internet, sólo lo hacemos y nos llevamos por lo
cotidiano. Pero esta cotidianidad o conciencia inmediata es infecunda para la crítica;
si viviéramos de esta manera, el ser humano dejaría de ser humano pues la
historia y su desarrollo es un constante cuestionarse. No nos conformamos con
lo mero inmediato; tenemos que superarlo pues nuestro ser no es conformista,
quieto o inerte. Revueltas crítica la cotidianidad, porque ésta acepta el mundo
tal cual es, y el mundo no ha sido siempre el mismo, sino que se ha ido
transformando por la producción de la humanidad, esto sería la historia. El
mundo existe para el hombre, el mundo sin hombre sería el planeta tierra en su
desarrollo únicamente natural. Por consiguiente, el mundo es humano. Revueltas
nos dice que la conciencia inmediata
percibe a la realidad objetiva como una realidad incuestionable a la que está
unido por una relación puramente práctica y utilitaria, por una parte, y por la
otra, a través de una relación práctico-ideológica que aparece como una
realidad hecha, establecida, dada desde tiempo atrás, y en la que este ser
social no ha intervenido[6]. Así, las
instituciones actuales como la universidad, el estado y la religión, la
conciencia inmediata las toma como entes insuperables o incambiables.
Un
momento posterior a la conciencia inmediata, es la conciencia racional, pero no
dialéctica. Ésta ya no toma al mundo como algo dado. Se sabe como conciencia
inmediata que al saberse así se vuelve consciencia mediata, sabe que el mundo
es historia y cambiable, pero es unilateral. La conciencia racional busca dar
explicación del mundo, pero lo hace desde una postura lógica única, donde todo
debe ser explicado por un solo principio, sea dios, estado, raza etc. Esta
conciencia niega que el mundo sea contradictorio, y si acepta la contradicción,
sólo lo hace para negarla. La conciencia
racional comienza por descubrir en la inmediatez, como tal inmediatez, el
carácter que reviste de aparente autonomía, una autonomía fáctica, de hechos,
cosas e interrelaciones entre éstos y los hombres, regida por determinados
principios en tanto que realidad fenoménica[7].
Pero los cambios o transformaciones que puede hacer esta conciencia no son
radicales ni críticos, pues el fundamento de cambio lo encuentra en su propia
diferencia. Es decir, esta conciencia al ser reflexiva sabe que puede cambiar
el mundo, pero lo hace desde su propia conciencia, tomándose como lo contrario
del mundo: su sola inquietud se explica
nada más en el acto unilateral de haber roto la indiferencia de la ajenidad,
con lo que ésta deja de ser neutra y ahora se revela como ajenidad hostil, es
decir como enajenación, no negada por esa contrariedad ya que esta última no se
niega a sí misma con tal acto, acto que
descubre las oposiciones pero se limita a pasar de una a otra… sin descubrir,
empero, la unidad o, mejor dicho, la totalidad
concreta donde ambas se niegan[8]. La concreción es
cuando el pensamiento se realiza y comprende las relaciones contradictorias. En
la conciencia racional la concreción es seudoconcreción pues sólo realiza un
parte de la totalidad. Hay que que entender que para Revueltas la realidad es
dialéctica o contradictoria, el mundo no se define como blanco y negro, sino en
toda una gama de colores. La conciencia racional lo que hace es contraponer a
una realidad otra realidad, pero no acepta que también la suya sea sólo una
parte de la totalidad.
Revueltas contrapone a la conciencia racional, la conciencia dialéctica, porque ésta busca
superar la negación unilateral: por
cuanto el opuesto de lo concreto no es lo abstracto, sino lo disperso, la
pseudoconcreción no se destruye oponiéndole otra ideología (ateísmo versus
Dios, como ejemplo), o sea, una abstracción inversa (o cualquier otra
abstracción), sino destruyendo la identidad enajenada de sujeto-objeto, la
falsa identidad del sujeto mistificado, mediante
la totalidad concreta de la razón
dialéctica que resume las oposiciones reales y las supera en la negación de su
negatividad, es decir en la negación de
la negación[9]. Con esto,
entendemos que la conciencia racional contrapone a la realidad social inmediata
una realidad social mediata, pero al no ser crítica consigo misma se convierte
en ideología. La concia dialéctica al
contrario siempre está en movimiento y no acepta una verdad establecida: se olvida que no hay “dialéctica” sin
devenir, porque el devenir nace de la contradicción dialéctica, que no tiene
nada de estático como sucede en el caso de una simple oposición[10]. Por lo tanto, la
conciencia dialéctica es movimiento constante de reflexión, contrario a la
conciencia racional que se convierte en ideología al fundar el pensamiento en
un sistema inmóvil e incuestionable.
¿Qué es la ideología?
Revueltas nos comenta que la
ideología constituye una falsa conciencia
de lo real -una conciencia alterada, sobrepuesta y desprendida de la
realidad-, hemos de convenir, asimismo, en que toda ideología contiene un núcleo racional, cuyo acto de origen se
encuentra en la realidad objetiva misma, pues no puede concebirse ninguna
ideología carente en absoluto de todo contenido. Tómese, por ejemplo, la
ideología religiosa. La religión ofrece a los simples mortales un cielo de
inmortalidad, donde han desaparecido todas las contradicciones humanas y las desigualdades sociales, a cambio de una
perenne vida de felicidad y bienandanza. Por supuesto que este cielo es irreal
e inexistente. Pero aquello que lo convierte en real y existente es el hecho de
que constituye una necesidad histórica de
los hombres, quienes quieren ver que ese cielo se realice en la tierra donde
algo día desaparecerán las contradicciones de clase y la esclavitud de la
propiedad privada[11]. La ideología tiene
por fin alimentar nuestras esperanzas de que la realidad cambie, mas no la
cambia. Hay que destacar que la ideología es una explicación racional que
justifica o fundamenta algún proceso histórico como insuperable. En el caso de
la religión, el mundo tal como es se justifica, pues el hombre religioso no
vive para esta vida terrenal y corrompida, sino para la otra vida, la de la
eternidad. Se justifica que el mundo sea desigual e injusto, pues si no lo
fuera, no habría sentido en la recompensa del cielo cristiano. Éste es un
premio por sobreponerse a las contradicciones y horrores del mundo
terrenal.
También Revueltas nos muestra que la
ideología se forma cuando el ser humano enajena sus facultades subjetivas. En
el caso de la ideología religiosa, el hombre enajena su posibilidad de abolir
las contradicciones sociales en el ahora y aquí terrenal, por un cielo eterno
en el más allá. Sucede lo mismo con la propiedad privada. Ésta tiene por
finalidad el valor de cambio como mercancía. Un pintor al pintar un cuadro
obtiene una propiedad privada pues éste es suyo, es propio, es su subjetividad
objetivada, pero ésta al ser propiedad objetiva puede ser cambiada por
cualquier otra cosa. Pierde su cualidad subjetiva cuando se vuelve un mero
producto, ya que estos no tienen relación con la historia del hombre, que sería
su riqueza cultural: Este movimiento de
la propiedad privada moderna, que por una parte ensimisma cada vez más la
enajenación de los sentidos humanos (lo mío cada vez más mío en su hic et nunc sin historia, en su presente
total) y por la otra socializa tal
ensimismamiento en el consumo alucinante de las cosas, convirtiéndolo en una
autofagía social, cuando se traslada de los sentidos físicos a los
intelectuales, se reviste del halo espiritual de la ideología que le corresponde
en su situación: solipsismo y la autosuficiencia cognoscitivos. No existe
ninguna otra realidad histórica, ni sensible ni abstracta, fuera del mundo tal
cual es y tal cual no está dado.[12]Por lo tanto, la
ideología no busca modificar la realidad sino sólo justificarla, por eso es una
conciencia falsa.
En resumen el hombre se define por su
historia. Cuando el hombre participa de la lógica de la mercancía por medio de
la propiedad privada, pierde su cualidad histórica, pues se vuelve un mero
producto de cambio. Puede ser que se retenga la historicidad del objeto, para
identificarlo en alguna época o movimiento artístico, pero el objeto como
subjetividad objetiva, es decir como riqueza histórica y cultural, pierde su
valor humano, porque el objeto sólo vale como mercancía. Esto sería la
ideología, la pérdida de la riqueza humana que es historia.
La política “mexicana” como ideología.
La ideología como vemos obscurece la
realidad de las cosas y sólo muestra una parte de ellas. Y esto no sólo sucede
en la lógica de la propiedad privada. También se da en la filosofía, en el
arte, en la ciencia y en la política.
En México sucede que la ideología
política tiene por fin la hegemonía dominante, es decir, que una sola clase
social domina el aspecto político de México. Pero ¿cuál es la ideología que
sustenta la hegemonía política? Esto Revueltas lo expone en su ensayo México: una democracia bárbara, aquí él
nos dice, en México se hace política a la
mexicana, se hacen negocios a la mexicana, se consuman infamias y traiciones a
la mexicana, como también proezas, heroicidades y locuras, que por serlo a la
mexicana ya encuentran en esto su más legítima
justificación [13].
La ideología en este caso sería que
lo mexicano justifica todo tipo de atrocidades por ser único y particular.
Revueltas ve aquí una “autarquía
ideológica[14]”, es decir, un modo
en que la política mexicana se rige y justifica por sí misma, por su propia
ideología. Los fraudes presidenciales, el tapadismo, los partidos políticos y
toda su parafernalia, tendrían su fundamento en esta ideología, que por ser
mexicana la hace “única”. Mas esto no le quita su aspecto irracional, acrítico
e irreflexivo, al contrario, muestra que el estado no quiere ser criticado
verdaderamente: Lo que llamamos “política
mexicana” es una superestructura de supercherías, conceptos míticos y
reducciones ad absurdum, donde se
refleja, distorsionada como en un espejo convexo, la realidad auténtica
respecto de la cual esta superestructura es tan sólo el fetiche, el símbolo que
la sustituye, la traducción que la vierte a otro idioma distinto[15].
La política mexicana funciona como un
estado totalitario donde todos los partidos van al mismo fin, porque la
ideología o la superestructura, fundamenta una sola interpretación del Estado. El Estado mexicano… se ha ido afinando cada
vez más, hasta llegar a su máxima expresión contemporánea como Estado ideológico total y totalizador[16]. ¿Cómo se ha
llegado a esta dominación? El secreto de
esta dominación total no se
encuentra en otra parte que en la total manipulación,
por el Estado, del total de las
relaciones sociales, o dicho de otro modo: así como el pueblo afirma que al
pulque sólo le falta un grado para convertirse en carne, al Estado en México
sólo le falta un grado para ser fascista[17]. Por lo tanto, la política mexicana
justifica su irracionalidad en una dominación total de las relaciones sociales,
por supuesto, desde la ideología de que “como México no hay dos”, es decir,
sólo se hacen estas cosas en México. Y así, los partidos políticos de izquierda,
como grupos contrarios al sistema totalitario, no son voces contrarias al
sistema hegemónico sino que parten del mismo sistema, son oposiciones falsas.
La crítica que hace la conciencia
dialéctica, a esta ideología de lo mexicano,
es que no existe la verdadera oposición dialéctica, y tampoco existe una
verdadera conciencia de cambio. Las izquierdas son grupos políticos con
discursos agotados y sin crítica; son la conciencia racional que piensa que por
estar del lado contrario ya es crítica. Cuando lo que buscaría la conciencia
dialéctica sería criticar la ideología de lo mexicano, y la ideología de la
política mexicana como una hegemonía, mas para eso es necesario entender las
contradicciones de la política mexicana, no aceptar una sola interpretación y
tampoco aceptar que el sistema es total. Pero como la conciencia racional se
impone como ideología, por el lado de los partidos es imposible, y por el lado
de la crítica a la totalidad ideológica
como la de Revueltas es poco conocida.
Entonces como conclusión de este
acercamiento al pensamiento crítico de Revueltas, entendemos que la crítica
real viene de pensar fuera del sistema político. Pues la conciencia inmediata
acepta la realidad, sea injusta o no; la conciencia racional, no puede
criticarla porque su pensamiento es unilateral, y a una ideología opone otra, entonces no hay
crítica sino sólo transposición; y la dialéctica, sólo podría actuar si supera
la conciencia inmediata y la racional, es decir, tiene que poner en movimiento
la conciencia de los ciudadanos y demostrarles que la realidad política
mexicana no es incambiable, que la idea de que el “PRI roba y deja por lo menos
robar”, es justificar un Estado totalitario, por no decir fascista. Aunque
tengamos derechos y libertades, mientras la ideología de la hegemonía de la
política mexicana siga vigente, la libertad del sujeto como ser desajenado no
tendrá lugar, pues por un lado nos enajena la propiedad privada y por el otro
el Estado.
[1] Revueltas, José Dialéctica
de la conciencia, Era, México, D.F.1986 p.19
[2] ibíd. 20
[3] Ibíd. 20
[4] Ibíd. 26
[5] Ibíd. 26
[6] Ibíd. 73
[7] Ibíd.74
[8] Ibíd.74
[9] Ibíd.78
[10] Henri Lefebvre, Prólogo
a Dialéctica de la conciencia. Era, México, D.F. 1986 p.11
[11] Revueltas, José, México:
una democracia bárbara, Era, México. p.15
[12] Ibíd. 52
[13]Revueltas, José, México:
una democracia bárbara, Era, México. p.27
[14] Revueltas, José, México:
una democracia bárbara, Era, México. p.26
[15]Ibíd.37
[16] Ibíd.19
[17] Ibíd.19
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