Pages

domingo, 22 de mayo de 2016

LAS LARVAS DE LOS ABORTOS

Autor:  Manuel Arduino Pavón      (Animalario de ciertas especies espirituales)

LAS LARVAS DE LOS ABORTOS

Seguí las indicaciones de mi mentor lo mejor que pude. Cené liviano, evité leer o mirar televisión. Hice un ejercicio de meditación nocturna y me acosté.

     No sé a qué altura de la noche me encontré volando, avanzando sin utilizar los pies en el sueño. Sin que pudiera creerlo mi cuerpo atravesaba las paredes, los árboles, todas las cosas. Sólo cuando dudaba de la capacidad para hacerlo, la materia astral ofrecía alguna resistencia, es decir mi mente se volvía un contrapeso, el motivo fundamental de la resistencia. A lo largo de estas experiencias sentía la presencia invisible de alguien que me estaba guiando escondidamente en el seno de la materia de los sueños.
     De pronto, una voz, una voz que ya había conocido me dijo unas palabras que ya ni recuerdo. Sé que obedecí esas palabras. En un abrir y cerrar de ojos me encontré flotando sobre un inmenso piélago, un inmenso y asqueroso piélago. No había agua sino gigantescas placentas o bolsas llenas de líquido color ambarino que se agregaban en un espacio inmenso y que se movían y revolvían. La voz del señor Leadbeater me dijo algo más:
     -Observe con detenimiento la superficie del mar de placentas. ¿Alcanza a ver las pequeñas formas humanas que se mueven ciegamente entre cada una de las bolsas y que alzan los brazos pidiendo auxilio?
     Miré en detalle aquel repugnante mar de placentas. En efecto, entre las bolsas se observaban pequeñas criaturas casi humanas que se movían desesperadamente buscando algo.
     -¿Qué son? ¿Qué buscan? –le pregunté a mi guía.
    El señor Leadbeater me explicó:
     -Quería que comenzáramos por aquí: en el reino de los abortos. Existen todo tipo de abortos, estos que ve son sencillamente las formas astrales de los bebés que han sido abortados voluntariamente. Observe los rostros anegados en llanto, la expresión desesperada de sus gestos, las formas contrahechas de sus cuerpecitos.
     Me sentí conmovido por lo que estaba reconociendo en aquel terrible lugar profano.
     -¿Son las almas? –le pregunté con ansiedad a Leadbeater.
  -Sólo los pequeños dobles astrales, las imágenes semi-terminadas de los cuerpecitos de los bebés. Observe con detenimiento esas imágenes.
     Obedecí. No eran cuerpos de bebés en el sentido que habitualmente le damos a ese concepto, se trataba de simulaciones, de imágenes parecidas, de simples humanoides.
     -No han alcanzado a manifestarse como cuerpos, de modo que sólo conservan una cierta apariencia corporal.
     Estaba sorprendido:
     -Parecen dibujos animados en tres dimensiones.
     -Son imágenes que sobreviven a los abortos por un cierto lapso de tiempo junto a las placentas astrales, imágenes que buscan consuelo y protección. Naturalmente no se trata de almas, las almas son esferas de luz espiritual, carecen de esta forma humana o de cualquier forma material. Estos son los restos de los incontables abortos que se practican minuto a minuto en el planeta.
     -¿Y las almas de estas criaturas tronchadas?
     -Las almas viven en su “limbo”, en su esfera, sufriendo un fracaso dentro de su plan de existencias. De alguna manera el aspecto personal de las almas humanas se ve afligido por este crimen horroroso y por la paralización temporaria de su proceso natural. Ahora sígame.
      Nos movimos en alguna dirección. Nos movimos un breve trecho.
      De pronto nos encontramos en una ambiente soporífero y muy húmedo con gases y aromas deletéreos, casi sulfúricos. Visualicé incontables formas, pequeñas formas con piernas y brazos pero sin cabeza, o con una  “gota gelatinosa” más grande en el lugar de la cabeza. Se movían a tientas y a ciegas sobre algo musgoso y terriblemente desagradable, algo que parecía bramar y ondear debajo de ellos.
     El señor Leadbetare me explicó las cosas:
     -Estos son los restos seminales, las formas vivas que surgen del esperma desperdiciado en la masturbación y en otras prácticas sexuales. Estas larvas inundan el planeta en esta región baja del astral. El semen humano tiene un inmenso poder creador, un poder que no concluye con la eyaculación fuera de la matriz. Por el contrario, los resultados desastrosos de ese acto los puede ver realmente, los puede objetivar, a lo largo de las vidas desnorteadas de las infelices víctimas de la compulsión onanista o de la perversidad  sexual.
    Observé en silencio aquellas formas patéticamente estúpidas moviéndose sin ton ni son encima del gran bramido.
     Leadbeater me explicó algo respecto a esa plataforma moviente debajo de las formas:
     -Es la apariencia colosal que asume la pasión, el deseo sexual masivo y desenfrenado de la humanidad. En este subplano del mundo astral, la casi totalidad del espacio está ocupada por estas miasmas deletéreas y esa gran superficie que brama, con la sorda voz del deseo que busca su satisfacción a cualquier precio. Ahora observe con atención por encima de usted.
     Obedecí. Flotaban formas bellísimas de mujeres. De pronto advertí que por encima de este basural masturbatorio campeaban hermosas formas femeninas completamente desnudas.
     -Se engaña –me dijo Leadbeater-. Propóngase “ver” a través de esos cuerpos tan hermosos.
     Como si entrecerrar mis ojos, las miré a las ostentosas mujeres desnudas que llenaban el espacio. Para mi sorpresa y espanto fueron cayendo convertidas en muñecas contrahechas y de aspecto abominable.
         -Las apariencias engañan, siempre –subrayó mi mentor-. El deseo sexual les facilita a estas entidades elementales asumir la estampa de los furtivos anhelos de los varones que se masturban. Pero una vez que el observador las contempla con ojos inquisitivos, revelan su verdadera naturaleza aparente: feos monigotes caprichosos de la naturaleza.
     -¿Íncubos y súcubos?
     -Todo eso, pero sin la leyenda y el mito idílico. En ocasiones estas tramposas larvas astrales llegan a obsesionar de tal manera al hombre o a la mujer que estos suelen tener relaciones sexuales con ellas.
     -¿Relaciones sexuales?
     -O algo parecido. Pero una de las características de estas formas sugestivas es que la matriz carece de profundidad. El varón en sueños intenta penetrarla y no lo logra: la frustración onanista llevada a su enésima potencia. ¿Comprende?
     Asentí, estupefacto por lo que me estaba mostrando y explicando el señor Leadbeater.
     Sólo alcancé a decir:
     -¡Es terrible! ¡Es insoportable!
     -Pero aún hay más, mucho más, amigo mío. Veamos qué formas de vida pululan sobre los lupanares.
     Dijo estas palabras y ya nos encontrábamos sobre alguna “zona roja” de alguna metrópolis. No alcancé a visualizar en detalle las aristas y el perfil, la contraparte astral de aquellos antros. Pero me vi conmovido por el ruido a risotadas, el tenaz ruido a risotadas que se oía por todas partes. Surgiendo de los centros de placer los íncubos y súcubos y además todo tipo de formas semihumanas desnudas, con tres senos, con gigantescos falos, troncos femeninos exhibiendo grandes vaginas, una visión pareja a la de Jerónimo Bosch.
     Leadbeater me dijo con cautela:  
     -Son las monstruosas creaciones del deseo más desenfrenado, de la pasión animal más ciega.
     Correteaban sosteniendo sus gigantescos falos y penetraban a las formas semihumanas de aspecto femenino, mientras no dejaban de correr y de reír. Era un espectáculo simiesco, una vana y ridícula animación.
     -Creo que para una noche es suficiente –me dijo Leadbeater.
     Yo hubiera deseado continuar con la exploración.
     -Es demasiado para una sola noche, mi buen amigo –me dijo mi mentor-. Volveremos mañana. Ahora concéntrese en la idea de volver a su cuerpo, de volver al sueño, de descansar de tanta banalidad.
     Seguí esas instrucciones al pie de la letra.
     Entré en mi cuerpo físico. Abrí los ojos. Fui hasta el escritorio y me puse a transcribir mi primera visita al reino de la fantasía y del deseo.
     La proeza había comenzado. Era cuestión de predisponerse de la mejor forma posible para continuar. Ignoraba qué había preparado el eximio clarividente. Sólo debía vivir normalmente y esperar.

De "Animalario de ciertas especies espirituales"
Autor:  Manuel Arduino Pavón
manuelarduinopavn@yahoo.com.ar





No hay comentarios:

Publicar un comentario