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sábado, 18 de enero de 2014

Diálogo de Sordos I


Por Schava
El Zenko y Somarda andan algún sendero luminoso. El Zenko dice triste: Abúlico, eso soy, eso me diagnosticaron, padezco de abulia. Y no me lo explico So-so, nunca enfermo de gravedad, sigo al pie de la letra lo que me dicen brujos y doctores, siempre, sin replicar. Tú sabes qué es la abul…
Somarda interrumpe, mira fijamente el rostro de Zenko, con brusquedad se le monta: Quédate quieto.
El Zenko retrocede, se queja mientras su compañera se desmonta y toma una pestaña entre sus dedos, la muestra: Mira, un deseo.
-Yo la paso por pestaña.
-No asno, pide uno.
-Me gustaría…
-¡Idiota, no lo arruines, no lo digas!
El Zenko guiña un ojo a Somarda: Entiendo, entiendo, hay una mecánica para estas cosas… Ya está, pedí mi deseo ¿qué sigue?
-Sopla.
El Zenko sopla rápidamente hacia cualquier lado, Somarda lo golpea: sopla la pestaña imbécil.
El Zenko obedece, la pestaña vuela, y pregunta emocionado: ¿Ahora?
-¿Qué?
-¿Qué sigue?
-No lo sé, esperar.
-¿A que vuelva?
Somarda reflexiona un momento: Sí, supongo que… debes esperar a que vuelva.
-¿Si no vuelve?
-No hay deseo.
-¿Que no hay deseo? Sí ya lo pedí, ¿cómo funciona exactamente esto?
-Mira pierdes una pestaña, alguien la toma entre sus dedos mientras piensas tu deseo, pero no lo dices.
-Te sigo.
-Luego soplas o adivinas en cual dedo queda pegada, en este caso la soplamos. Si la pestaña vuela…  PUM ¡Anhelo, antojo, capricho concedido!
-Perfecto, ¿entonces espero a que vuelva la pestaña?
-No imbécil, lo que vuelve es tu petición cumplida.
-Oh, ya veo, pero exactamente ¿de qué depende que mi deseo se cumpla, de cómo vuela la pestaña o del soplido?
-Del rito.
-Claro, claro está, del rito
-Es lo que te digo.
-Y ¿quién supervisa el rito?
-No te entiendo.
-Sí, ¿quién lo califica? Porque tengo una petición concedida, o en proceso, soplé y la pestaña voló, pero ¿quién lo sabe a parte de mí y de ti?
-La suerte.
-¡La suerte! Claro está, quién si no jaja, que idiota soy… Pero ¿Si la suerte volteó o se distrajo en el momento en que soplé y no lo vio?
-Mala suerte.
-Peor aún, ¿si es mala la suerte?
- Ahí no hay remedio, si la suerte es mala así es, y no hay más nada que hacer.
-¿Cómo saberlo?
-Con el tiempo
-¿Cuánto?
-El necesario para cumplirlo, ¿era un deseo muy grande?
-No, no tan grande, de hecho era…
-Nooo, te dije que una regla es que no debes decirlo.
El Zenko afligido: Perdona, perdona, es que esta espera me mata. Qué garante tenemos los que soplamos pestañas del cumplimiento de nuestras demandas. Confiar en la suerte, es muy riesgoso, nadie en su sano juicio confía en la suerte…
-Zen-zen, a veces tus comentarios estúpidos hacen que pierda la fe en la inteligencia de este mundo, pero después dices cosas como ésta y veo lo brillante que son a pesar de venir de ti.
-Gracias So-so, gracias.
-Por nada, pero debe haber una forma de cubrirnos de la ingrata suerte.
-La pestaña, recuperarla, así tendremos pruebas físicas.
Somarda mira maliciosa al Zenko: O te las arrancamos todas.
-No, la suerte no creería en alguien sin pestañas.
-¿Algunas pocas, unas poquitas?
-La astuta suerte sabría que fueron caídas a propósito.
-Mierda, tienes la boca repleta de sabiduría… Pero ya sé, lo que debemos hacer es, en la próxima pestaña que soplemos, pedir que se cumplan todos nuestros deseos sin tener que estar soplando pestañas.
Zenko emocionado: Bravo So-so, bravo.
Somarda se acerca sigilosamente al Zenko y le susurra al oído: Oye Zen-zen, entrados en esto (mira cautelosa a su alrededor), vamos rompiendo un poco la regla y, cuéntame lo que pediste.
Zenko afirma con la cabeza y susurra: Poder tener más deseos So-so, eso pedí.
-¿Y crees que los vayas a tener?
- Yo creo que sí, porque siempre deseo algo.
Somarda brinca y grita eufórica: Bravo Zen-zen, te lo han cumplido (pone cara larga y da una bofetada al Zenko). Eres una tragedia con patas, mejor será que te traguen las moscas.
Ambos siguen camino por algún sendero luminoso.

1 comentario:

  1. Felicidades, le diste vida a tus personajes, me convencieron. Los personajes en una obra de arte son seres que existen en alguna realidad y que quieren nacer en un autor a través de su escritura o pintura. Me gustó la pareja objetividad-subjetividad.

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