Somarda echada sobre una banca en algún
sendero luminoso acaricia un gato. Suda acalorada. Llega Satán, sentándose a un
lado, saluda de buen ánimo: Buena y bonita tarde.
Somarda desganada: Qué tal, qué tal (suspira
sin reconocer a satán) ¿Sabe? si me encontrara con el Diablo en este momento le
vendería el alma.
-Amiga mía ¿y por qué se la comprarían?
-Es su negocio, a eso se dedica.
-Por supuesto que lo es, mas sólo compra
almas valiosas, sin ganancia no hay negocio.
-Pues si no la compra, que me alquile
para exterminar a sus enemigos.
Satán escéptico: ¿Me está diciendo que
podría hacer trabajos que el mismo Belcebú no podría?
-Tal vez no…
-No.
-Pero entonces podría ser su sirviente
fiel, a cambio de unas monedas, haría lo que me pidiera, lo que fuera sin
importar nada.
-¿Lucifer, tendría que pagarle un
salario por hacer lo que pide cuando podría obligarle a hacerlo sin dificultad
ninguna?, suponiendo que usted, hiciese eso “algo” mejor que muchos otros a los
que Luzbel pudiera forzar… Tal vez debería reconsiderar su encuentro con
Satanás.
-Podría fregar los pisos, empezar desde
abajo, sin paga, aprender el oficio de demonio e ir subiendo peldaños poco a
poco.
-No me gusta matarle la ilusión, pero las
vacantes deben estar ocupadas, sus aspiraciones son muy altas mí amiga. Por qué
no sigue mal encaminada, así como va. En una de esas le dan un mal golpe, y con
esto, gana su pase directo a los infiernos; ya ni siquiera como empleada, como
huésped.
-Soy mala para todo lo malo…y bueno.
Satán le da una palmada en la espalda a
Somarda: Algún vicio tendrá bien desarrollado, entrénese en eso, la constancia
es la única que le puede sacar adelante en este negocio.
Somarda se para repentina, tira al gato que
sale despavorido, y dice animada: Tiene usted razón, entrenaré, robaré y
maldeciré a la mala, si soy tosca y malhecha servirá para en vez de pecar una
vez pecar dos veces o tres, tendré en mente: el infierno es mi meta.
Satán animado grita: ¡Esa es la actitud!
por qué visitar un círculo cuando puede visitar todos, es más, investigue qué
se castiga en diferentes religiones para no quedar exenta de averno alguno.
Somarda menos animada: Tampoco, tampoco,
amo mucho mi pereza, mejor, eso que se vaya dando (pausa, Somarda se estira, se
sacude y estrecha la palma de Satán con ambas manos) Gracias, tiene usted un no
sé qué, tan fraternal, que ya le quiero cómo a un padre, y verá, la próxima vez
que nos encontremos seré la mismísima piel de Judas.
-No agradezca nada, si le sirve de algo,
para mí ya lo es, sólo es cuestión de pulirlo (Satán abraza eufórico a Somarda)
Qué diablos, ahora vaya, vaya... Vaya mucho al demonio.
Somarda emprende camino, un momento
después se vuelve, saluda a Satán con una sonrisa, busca al gato: Bicho, bicho,
camarada vámonos, ¿dónde quedaste?
Somarda se cansa de buscar y vuelve a echarse,
el gato regresa para acostarse en su regazo.
Satán queda sentado derecho, ve al
frente tratando de evitar a toda costa el cruce de miradas, después de un rato
llega una carreta. Satán se pone de pie rápidamente: Con su permiso, nos vemos
pronto.
Somarda soñolienta: Propio, pase, pase.
Por Schava
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