La Caricatura Política de Helguera
"La caricatura lo que hace es destapar,
ponerles el dedo en la llaga."
Helguera
ANTONIO HELGUERA, nació
el 8 de noviembre de 1965 en la ciudad de México. Es un
caricaturista con bastantes años de trayectoria que actualmente colabora en el
periódico La
Jornada y
en la revista Proceso.
Desde la infancia empezó a desarrollar su vocación por el cartón político. El
enfoque que fue adquiriendo el humor de sus caricaturas tiene raíz en la
postura ideológica de izquierda de su familia, de ascendencia española.
Egresado de la
carrera de Grabado en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y
Grabado La Esmeralda. Entre sus influencias, durante su
juventud, está el reconocido cartonista El Fisgón, de quien fue alumno
en un taller de caricatura. Inicia su trabajo como caricaturista en
1983, en el diario El Día, en la revista Siempre!
Y en la revista Proceso, haciendo junto con Hernández la
sección Mono Sapiens, y de 1985 a la fecha en La
Jornada. Codirector de las revistas de humor El Chahuistle y El
Chamuco.
Coautor junto con El
Fisgón de
los libros: El Sexenio me da Risa (1994),
El Sexenio ya no
me da Risa (1994); con El Fisgón y Hernández los
libros El Sexenio me da Pena (2000) y El Sexenio se me
hace Chiquito (2003).
Premio Nacional de
Periodismo de México en 1996 y en 2002.
ANTONIO HELGUERA, nació el 8 de noviembre de 1965 en la ciudad de México. Es un caricaturista con bastantes años de trayectoria que actualmente colabora en el peridódico La Jornada y en la revista Proceso.
Helguera, justo antes de comenzar la entrevista, refleja un
semblante de tranquila disposición, después empieza a mostrarse más alegre y un
poco ansioso: situado en el confort del sillón, en medio de la calidez matutina
de su hogar, con los dedos de su mano hurgando en la punta de su barbilla,
expresa curiosidad. Iniciamos la charla sobre su trayectoria como cartonista y
su visión en torno a ésta en el contexto del México actual, con sagaces pero
asertivas críticas sobre el contexto político en torno al ejercicio de la
caricatura.
DE SUS INICIOS EN LA CARICATURA
¿Qué fue lo que te llamó la atención de la caricatura?
No es que haya surgido espontáneamente. A mí ya me gustaba
mucho el dibujo desde chico; me sentía muy a gusto con el lenguaje gráfico, me
gustaban mucho las historietas; tuve la fortuna de que en mi casa hubiera
buenas historietas de calidad que me influenciaron muchísimo, me refiero por
ejemplo a Asterix, a Tintín, que era una historieta
fantástica. Eran historietas hechas en principios de los setentas, muy viejas.
Había algunos libros de Rius en mi
casa, a donde llegaban siempre los periódicos, como el Excélsior; había caricaturas de Abel Quezada, de Naranjo. Recuerdo
además a mis papás comentando las caricaturas. Desde entonces me llamaba
enormemente la atención; y en la escuela la verdad lo que más me gustaba era
dibujar, sobre todo en la primaria. A mi lo que
más me fascinaba era empezar el día con una pequeña viñetita en un
cuadrito.
Llené hojas y cuadernos en la secundaria de historietas que
inventaba. Imitaba cosas que veía en las historietas. Llegué a hacer
caricaturas pornográficas muy burdas y bobas, eran muy demandadas por mis
compañeros.
¿Cómo iniciaste en el cartón político?
Cuando decidí dedicarme a la caricatura tenía 17 años.
Todavía no podía trabajar, obviamente porque era menor de edad, pero fue una
decisión que tomé sin pensarlo mucho.
Originalmente iba a estudiar Derecho, inclusive había hecho
el examen de admisión a la UNAM, había sido aprobado. En ese lapso me
reencontré con un amigo que ahora es
colega mío, Rocha, el caricaturista
de La Jornada. Él estaba en esa época
empezando a hacer caricaturas, tenía un taller de grabado junto con Sergio
Arau, entonces yo llegué ahí y me dieron trabajo como impresor de sus grabados;
ahí aprendí a hacer todo el proceso del grabado. Ahí mismo conocí a otros
caricaturistas que en esa época trabajaban en el Uno Más Uno. El Fisgón
estaba impartiendo un taller de caricatura, entonces me invitó a sumarme a su
taller; fui su alumno un tiempo.
Deserté de la Facultad de Derecho, más tarde entré a La
Esmeralda, donde estudié Grabado. Y empecé a publicar por mi propia cuenta en
el periódico El Día, en la sesión internacional. Eran unas caricaturas
horrorosas, pero El Día pagaba muy
mal y no tenían dinero para contratar un caricaturista bueno; me dieron chamba
ahí. Así fue como empecé.
¿Recuerdas el primer cartón que publicaste?
Sí, inclusive en algún lugar lo tengo guardado y recortado,
en papel amarillento y todo cuarteado, pero lo conservo. Tenía que ver con la
toma de la Isla de Granada en el Caribe; en aquella época, a finales de 1983,
Estados Unidos invadió Granada, decidió que era una amenaza comunista en el
contexto de la Guerra Fría.
¿En dónde lo publicaste?
En El Día.
DE CREATIVIDAD Y ALGO DE TÉCNICA
A lo largo de tu trayectoria, ¿has visto cambios en cuanto
a la técnica, es decir, en los materiales y formas para hacer caricatura?
Lo que he visto es que ser caricaturista es un oficio muy
libre; con la llegada de las tecnologías digitales hay más posibilidades de
hacer cosas nuevas. Un caricaturista hoy en día puede trabajar con un plumón o
un lápiz y papel, o puede trabajar directamente sobre una computadora.
Técnicamente hablando es muy versátil y puedes usarlo como quieras.
A mí me gusta dibujar a mano. Los escaneo y en la
computadora les agrego sombra, color, textura, para alterar la composición del
dibujo original. Es una combinación de técnica tradicional con lo que aporta la
computadora.
En cuanto a la creatividad, ¿tienes alguna dinámica?
Los que hacemos caricatura política, necesariamente tenemos que estar amarrados a los temas de
actualidad. El tema de tu trabajo tiene que ser el tema del día o de la semana,
si no tu trabajo queda desfasado. El chiste es que la información esté al día
con el tema más importante. Por ejemplo, a lo largo del gobierno de Calderón,
su famosa guerra contra el narcotráfico; es un tema recurrente, es un ejemplo
de un tema de años. Para hacer un cartón de esos tendría que haber algo que me
diera un motivo. Tienes que estar muy apegado al tema del día.
DE CENSURA Y POSTURAS POLÍTICAS EN EL CARTONISMO
MEXICANO
Tu trabajo tiene tu sello, una postura ideológica, ¿cómo la
definirías?
El cartón político es un género de opinión necesariamente.
Hay gente que te reclama que no eres objetivo, y no lo eres por tratarse de un
género de opinión. Ahí expreso mi opinión muy particular y subjetiva. Lo que sí
se te debe exigir como caricaturista es objetividad en el enfoque de los temas,
no creo que se valga tergiversar el fondo de un tema. Eso sí sería falta de
ética. Los hechos son como son y tú a partir de ellos haces una interpretación
desde tu punto de vista y tu criterio.
Personalmente tengo una posición de izquierda, es algo
tradicional en mi familia. Soy descendiente de republicanos españoles. Mi
abuelo fue diputado socialista en España, funcionario del gobierno republicano.
Mi familia tiene una historia de izquierda y esa es mi posición, y lo que
reflejan mis cartones es esa posición ideológica. No lo escondo ni lo disimulo,
es algo de lo que estoy orgulloso. Mal haría yo en avergonzarme de eso.
Y en relación a tu postura de ideológica, durante tu
trayectoria, ¿has atravesado algún tipo de censura como caricaturista?
La censura es algo mucho más común de lo que en general la
gente cree; no es algo esporádico. La censura es algo con lo que un
caricaturista tiene que aprender a lidiar, es parte de tu trabajo, aprender a
defenderlo y esquivar la censura. Tengo la fortuna de publicar en lugares donde
tengo un margen de libertad muy grande. Publico en Proceso y en La Jornada.
Eventualmente también colaboro con mis colegas en El Chamuco.
No siempre ha sido así, llevo en La Jornada trabajando más de un cuarto de siglo, ha habido épocas
muy complicadas para el periódico. En el sexenio de Salinas fue especialmente
duro, porque era un gobierno represor; ahí
me di cuenta que a Salinas le acomplejaba su propia imagen. No era fácil
publicar caricaturas del presidente en esa época. Los periódicos no podían publicar
caricaturas del presidente, so pena de tener un altercado muy grave con el
secretario de gobernación, que en ese tiempo era el temible Fernando Gutiérrez
Barrios.
La libertad de expresión sí se tiene que abrir a patadas.
En el sexenio con Calderón, estuvo muy amenazada, creo que es muy renuente a la
crítica. Ha tenido una actitud muy hostil hacia los medios críticos. No creo
que sea muy diferente con Peña Nieto.
En relación a la libertad de expresión en el cartón
político, ¿ha habido alguna diferencia en cuanto a la transición de un partido
a otro en el gobierno?
Considero que no existe transición alguna. Desde hace
muchos años lo que se instauró en México, es un gobierno neoliberal con dos
facetas: la priísta y la panista, pero son lo mismo, es una dictadura
neoliberal en donde se nos han impuesto unas políticas económicas de saqueo
para privilegiar las trasnacionales. Alternancia sería que hubiera un gobierno de izquierda. Es
preferible para ellos un fraude electoral, que una transición de verdad.
Y la libertad de expresión está permanentemente amenazada
con el PRI o con el PAN. Los márgenes de libertad de expresión son muy
pequeños. Lo que predomina es una alineación mediática al poder neoliberal.
Para finalizar, ¿podrías darnos un concepto de lo que es el
cartón político en México, en la actualidad?
Es una pregunta difícil. El cartón político, en pocos
lugares como en México, tiene una historia tan rica y tanta presencia. Hay
caricatura en México desde el siglo XIX, muy combativa, ideologizada, con mucha
presencia entre la sociedad. El trabajo de los caricaturistas es muy buscado
por los lectores. Tienen mayor credibilidad entre la gente. Hay países donde no
existe, donde es mal vista, y hay países donde es sólo un accesorio de la
prensa. En México es una excepción.
La caricatura es un arma formidable, tiene un contenido
político muy claro y duro. Además tiene un arma que es inigualable, son dos de
hecho: es el humor que penetra en la mente hasta el fondo, no nada más por el
hecho de reírte, sino reírse de una situación política retratada con un
criterio crítico muy preciso, cosa que nada más puede hacer un buen
caricaturista.
El humor y el lenguaje gráfico son muy accesibles para la
mente, en algunos lugares hay escándalos provocados por caricaturistas.
La caricatura lo que hace es destapar, ponerles el dedo en
la llaga.
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