Por: Luis Alberto Salas
Resumen
El desarrollo
sostenible del mundo moderno frente al buen vivir de los tojolabales, dos
maneras de plantear la reproducción de la vida humana y natural, dos formas de
relación entre humanos y naturaleza. La primera de manera instrumental y con
pretensión de aumento de ganancias. La segunda, en donde desde la silla hasta
una piedra son sujetos, es el cosmos que va más allá de la intersubjetividad
humana formando un nosotros.
En
el mundo moderno todo lo que produzca el desarrollo sostenible es lo que puede ser explotable, es decir, es el
desarrollo sostenible del capital y no de la vida natural y por tanto humana.
Antes que todo está la ganancia, ganancia que se produce y reproduce de la
naturaleza como del robo del trabajo de los humanos. Es decir, es la
instrumentalización, la objetivación de la naturaleza como la del propio ser
humano.
En
cambio, en el mundo maya tojolabal se tiene una concepción distinta acerca del
cosmos. Es la reproducción primeramente de nuestra madre tierra, ya que si ésta
permanece, la vida humana también lo hará. Es el nosotros cósmico, no
todo gira en torno al ser humano, sino que todo se complementa, por eso hay que
buscar la armonía. De ahí que primeramente tengamos que escuchar a nuestra
madre tierra, para saber lo que nos está diciendo, si no la escuchamos
seguiremos devastándola.
Palabras clave:
Desarrollo sostenible, Todo vive, nosotros, mundo, escuchar, complementariedad,
Madre tierra.
Introducción
En
el presente escrito, damos cuenta de la
relación que se da entre los seres humanos y el cosmos, esto a partir, de mostrar la diferencia que existe entre la “cultura moderna” y la maya tojolabal y su
relación con el entorno.
En
la actualidad nuestra madre tierra está en peligro, la estamos
destruyendo, no la hemos respetado, todo lo queremos dominar porque se nos
olvida que todo vive. “Estamos desatando un proceso de destrucción que
subvierte los fundamentos de nuestra vida; sin embargo, celebramos la
eficiencia y la racionalidad con las cuales éste se lleva a cabo”
(Hinkelammert, 1995, 03).
El desarrollo sostenible es una medida (obviamente
no la adecuada) que ha tomado el sistema actual para contrarrestar la
destrucción y disfrazar las políticas públicas; sin embargo, frente a esta
perspectiva, existen muchas otras concepciones que históricamente han tenido
otra relación con la madre tierra, en las que el respeto por la vida impera, no
sólo la humana, sino la vida toda. Para los tojolabales
nuestra madre tierra representa una realidad fundamental.
“Por eso, respetarla no sólo se refiere a
ella, sino a todos sus hijos, es decir, la milpa, las plantas, todo el cosmos y
todo lo que hemos hecho, porque lo producimos con lo que nuestra madre
tierra nos proporciona. Este respeto es uno de los principios organizativos
que nos guían y según el cual vivimos desde la perspectiva tojolabal. Dicho de
otro modo, el respeto exigido se explica porque estamos eslabonados con todo lo
demás por el nosotros cósmico.” (Lenkersdorf,
2004, 128).
Frente al escenario actual de deterioro
ambiental y agotamiento de los recursos naturales, se pretende dar cuenta de
las diferencias e implicaciones entre dos concepciones distintas de la relación
ser humano-cosmos. Para ello:
Partiremos explicando lo que ha
significado el desarrollo sostenible;
en términos reales. Bajo la lógica
discursiva de este concepto, la idea es
contrarrestar el cambio climático, el desalojo, la riqueza para pocos y
pobreza, hambruna, explotación para los más, además de procurar la
“conservación ambiental para las generaciones futuras.” Sin embargo, muchas de
las acciones económicas y políticas fundamentadas en el desarrollo sustentable
marcan una línea de continuidad para el enriquecimiento de elites dominantes,
excluyendo los intereses y necesidades de las mayorías. Es importante
reconocer algunos beneficios y “avances“ logrados desde la idea de la
sustentabilidad, pero lo cierto es que el desarrollo sustentable o sostenible
sigue teniendo como lastre la concepción hegemónica-occidental de civilización
(mundo moderno) - naturaleza además de la lógica capitalista neoliberal que ha
sido devastadora en términos ambientales, políticos, económicos y socio-culturales.
Frente a esto, queremos hablar
de la relación mundo tojolabal-madre tierra, para revelar y reconocer que en
ellos todo tiene corazón, por tanto, todo vive, no hay objetos y de ahí
la importancia de respetar todo el cosmos. Es relevante poner atención en este tipo de culturas, porque es una
puerta, una vía distinta y real para aprehender una manera de relacionarnos con
el cosmos.
Desarrollo
en el mundo moderno
En
el presente apartado nos proponemos hacer una breve reflexión acerca de las llamadas
cumbres de la tierra y, con ello, del desarrollo sostenible.
La naturaleza es la que se vuelve mundo
del ser humano cuando él la transforma y el mundo es la cultura en que
éste se desarrolla. Él ha nombrado, clasificado, desempeñado funciones en y sobre
la naturaleza; es justo en estas interacciones entre el medio natural
constituido por el medio físico-biológico y social que podemos hablar del medio
ambiente como un espacio en el que los seres humanos se “desarrollan” en
sociedad ligados al medio natural y haciendo uso de los recursos que éste
contiene.
El concepto “desarrollo” es un término que predomina
en las ciencias sociales y la política pública desde 1950 y se relaciona
íntimamente con el surgimiento del llamado “tercer mundo”.
“La
posibilidad del desarrollo (económico) de todos los países llegó a ser
una fe universal compartida por conservadores, liberales y marxistas por igual”
(Wallerstein, 2005, 165).
La ONU adoptó al concepto, lo
propuso como meta. En el periodo de 1945-1970, la idea de “modernizarse” era
sinónimo de “desarrollo”,
había que dejar los valores tradicionales de los pueblos de las zonas
periféricas para desarrollarse más rápido. Los países más “desarrollados”
debían asistir técnicamente a los “subdesarrollados” y las reformas nacionales
estar orientadas a ese prometido “desarrollo económico”. La ONU proclamó
oficialmente los años setenta como el
decenio del “desarrollo”.
Sin embargo, pese a las asistencias
técnicas y las reformas la situación económica empeoraba: Endeudamiento
externo, fuga de capitales e inversión negativa fueron algunas de las
consecuencias. La fe se perdía, el “desarrollo” no era universalmente
posible, ni el reformismo liberal ni la revolución lo lograban; fue entonces
cuando se volvió la mirada a la “cultura”; la UNESCO comenzó a hablar no sólo
de “desarrollo” sino de “desarrollo sostenible”[1], el
agregado implicó la inclusión de aspectos no sólo económicos, “la cultura”, la
autonomía de los pueblos y el medio ambiente reclamaron su participación en el
juego, por lo menos en el discurso.
“Después de 1945 el coro
mundial acerca de las posibilidades del “desarrollo” nacional adquirió mayor
vigor. La reconstrucción relativamente rápida de Europa Occidental y Japón
(después de la destrucción masiva de la infraestructura durante la guerra)
parecía demostrar que con voluntad e inversión, era posible perfeccionar
rápidamente la tecnología y así elevar el nivel de vida general” (Wallerstein,
2005,118).
Los conflictos entre comunidades,
las grandes desigualdades sociales, el impacto negativo sobre el medio ambiente
desencantaron a la humanidad; el progreso y la modernización ligados a las
nuevas tecnologías, formas de vida y a la industria no habían logrado
condiciones realmente justas. Sin embargo, en la actualidad podemos observar
que la mayoría de la población mundial sigue encantada con y/o por el
desarrollo del capital, seguimos reproduciendo las formas de vida impuestas por
las leyes del mercado.
Llegar a acuerdos para solucionar
los problemas es difícil, sobre todo cuando existen intereses dispares entre
los distintos sectores de las sociedades, entre comunidades y países. Existen
países “desarrollados” y “subdesarrollados”. Las cumbres de la tierra
han sido un intento en torno a que haya un “desarrollo” en todas las naciones. Sin
embargo, creemos que la mayoría de los principios que plantean son lógicamente
pensables, pero empíricamente imposibles; por lo tanto, para nosotros, son
postulados.
Las cumbres de la tierra han
sido foros y espacios en los cuales, mandatarios, empresarios, ONG’s y demás instancias se han
reunido con el fin de incrementar esfuerzos para un desarrollo sostenible,
el cual se refiere al respeto de los intereses de todos y la protección de la
integridad ambiental y de “desarrollo” mundial para las
generaciones presentes y futuras.
La cumbre de Río de Janeiro
celebrada en 1992 del 03 al 14 de junio, proclamó 27 principios que, según la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo,
atendían a los riesgos en que se encontraba el medio ambiente y recomendaba a
los estados llevar a cabo políticas orientadas a erradicar la pobreza,
conservación del medio ambiente, la cooperación entre países para el logro de
ese desarrollo económico, pero sostenible.
Desde nuestro punto de vista, cada
uno de los principios (postulados) requiere un análisis detallado, ya que hay
elementos rescatables, pero desafortunadamente han quedado en meras
recomendaciones, no atendidas la mayoría de éstas; por otro lado, en algunos de
éstos es evidente que imperan elementos de la tradición “occidental moderna”, al catalogar y jerarquizar
lo que es desarrollo, crecimiento económico y la actitud que se
tiene con las minorías sociales que se vuelven mayorías.
En primera instancia, los postulados
parecen convenientes para todos y cada uno de los países, incluso pueden ser un
aire de esperanza para nosotros “pobladores del planeta”, pero ¿qué sucede cuándo se quedan solamente
en el discurso?
En
2002 se llevó a cabo una nueva cumbre en Johannesburgo, en la que se retomaron
los temas del programa 21 y de la cumbre de Río: El cambio climático[2],
la contaminación, la pesca controlada, la erradicación de la pobreza, la
deuda externa de los países en desarrollo, etcétera. Al darse cuenta que los
resultados de la cumbre de Río no eran los suficientes, e incluso la situación
económica y ambiental a nivel internacional empeoraba, se decidió poner en
marcha un Plan de Aplicación con el propósito de hacer reales las propuestas y
principios acordados en los foros internacionales. Una meta fijada es reducir
para el año 2015 la cantidad de personas que no tiene acceso a agua potable y
de las que no tienen acceso a los servicios de salud.
Hoy,
principios del año 2014, es difícil ser optimistas y recobrar la fe en el “desarrollo” ahora desarrollo
sostenible, creer que de pronto se cobrará conciencia y se unirán esfuerzos
para conservar nuestros mundos y convivir en armonía con el cosmos, que
realmente se tomarán en cuenta a las comunidades de la periferia y se les
permitirá su participación y aportación en la resolución de las problemáticas. Posiblemente
urge reconocer que necesitamos evaluarnos como sociedades y estar conscientes
que:
“Cada producción conlleva una
destrucción, cada persecución de un incentivo mercantil conlleva a una
destrucción de razones humanas para vivir en convivencia. Para producir un
mueble de madera hay que destruir un árbol; para producir determinados
refrigeradores hay que soltar determinados gases contaminantes a la atmósfera.
Éstos son efectos indirectos de la acción directa que se acumulan tanto más
cuanto más se hace redonda la tierra; cuanto más la acción directa se desarrolla
–algo que hoy, demasiado
pronto, se llama progreso- tanto más la tierra se globaliza.”(Hinkelammert,
2001,89)
El desarrollo sostenible
La
naturaleza inorgánica con sujeción a leyes naturales, da origen a la naturaleza
orgánica y ésta prepara todas las condiciones biológicas para la aparición del
ser humano.
El
ser humano utiliza y transforma a la naturaleza para su cultura, su mundo
pero, sobre todo, para producir y reproducir su vida. La naturaleza es una
realidad objetiva existente e independiente de la conciencia del ser humano,
además que se halla en incesante movimiento y cambio. Pero la relación hombre
naturaleza es por medio del trabajo. “El trabajo es, en primer
término, un proceso entre el hombre y la naturaleza y el hombre, proceso en que
éste se realiza, regula y controla mediante su propia acción su intercambio de
materias con la naturaleza.”(Marx, Karl. 1978. p. 130)
De
esa manera, se plantea el proyecto de desarrollo sostenible para la
producción y la reproducción de la vida, no sólo humana sino, además, natural.
El proyecto, como expresión, se planteó por primera vez en la Comisión Mundial
para el Ambiente y el Desarrollo, un grupo reunido por la Organización de las
Naciones Unidas; “La comisión hizo del desarrollo sostenible el tema de
su informe final, Nuestro futuro común, publicado en 1987.” (Nebel y
Wrigth, 1999, 15-16). Ahí se planteó, que se debía de considerar el desarrollo
de manera más amplia, en el sentido de que se dé la protección y el
mejoramiento en los aspectos ambientales y culturales. Así mismo, se plantearon
algunas cuestiones como:
“¿podemos pensar el desarrollo
en términos de proteger de la erosión a las tierras de labrantío?, ¿en términos
de salvar las áreas verdes y la fauna silvestre que mantienen por su valor
estético, recreativo y científico?, ¿en términos de estabilizar la población
mundial?, ¿podemos definir el desarrollo en términos de mejorar nuestra salud
física, mental y emocional?, ¿en términos de reducir los factores primarios que
llevan a la delincuencia y la
corrupción?, ¿en términos de mejorar las relaciones entre los pueblos y las
naciones?, ¿en términos de aumentar el acceso de la gente a la educación y el
empleo?, ¿en términos de descubrir e implantar nuevas tecnologías para
reciclar, reducir la contaminación y aprovechar la energía solar?;(…) ¿podemos
pensar en el desarrollo como en aprender a ser intendentes de la tierra, no
sólo en proteger las especies silvestres, sino en aumentar el bienestar general
y la seguridad de la vida humana para las generaciones del porvenir?”.(Nebel y
Wrigth, 1999, 15-16).
A
partir de esto, pensamos que el concepto de desarrollo lleva
implícitamente la sostenibilidad de la vida humana. Por tal motivo, la
enunciación de desarrollo sostenible es redundante, ya que es sostenible
o no es desarrollo, ¿cómo se puede desarrollar algo que no se puede
sostener? El propio concepto de desarrollo es impensable si no es sostenible.
Por
otro lado, esta concepción de desarrollo sostenible, implica que el
desarrollo principal es de la vida humana (antropocéntrico) y por tanto
natural, en armonía en estos dos. Entendido así, no se puede estar en
desacuerdo[3] con el
concepto de desarrollo sostenible; sin embargo, la inconsistencia de
éste está en el punto de partida, es decir, son las leyes del mercado quienes
imponen este modelo de funcionamiento económico y político así como la
explotación de la naturaleza. El mercado promueve la liberación del mercado
mundial y le asigna al Estado un papel inferior. Por lo tanto, éste es prácticamente el
desarrollo sostenible para el capital ya que lo primordial es la producción y
reproducción de la ganancia que la reproducción de la vida humana
Son
dos visiones del concepto de desarrollo sostenible, el aparente y el
real. El aparente es el que se nos presenta, nos promete y garantiza –a través, de los medios de
des-información- la reproducción de la vida. El real, el que se nos oculta, del
cual se da, la producción y reproducción de la ganancia. En el primer caso, el
proceso económico constituye la vida y el segundo la vida humana constituye el
proceso económico. Por estas razones se explica la concepción de desarrollo
sostenible impuesto por los organismos internacionales, así como los
gobiernos; se trata sobre todo del desarrollo sostenible del capital y
anteponiéndose al desarrollo de la vida. De esa manera, y regresando un poco a
la redundancia, el aditivo de sostenible es algo intencional ya que oculta
un sentido muy particular, con pretensión de globalización, el desarrollo
sostenible pero del capital.
Así,
el desarrollo sostenible del capital, considera explotar todo lo que sea
explotable y, por tanto, genere ganancia; por tal motivo, la naturaleza ha
pasado a ser un recurso natural, un objeto, un instrumento que genera riqueza
atentando contra la vida humana, natural y su propia existencia.
Todo
vive en los tojolabales
A
diferencia de la cultura moderna[4],
la cultura maya-tojolabal está organizada social y políticamente de manera
horizontal. Por ello el concepto clave es el nosotros, en donde se
incluye a todos los seres vivos y “no vivos”, no sólo a los seres humanos, sino
también a las plantas, los animales, las casas, las sillas, las flores, las
piedras, el agua, las nubes, etcétera; es decir, que para los tojolabales todo
vive y por tanto todo tiene corazón y siente; es por eso que tenemos que
respetarlos para complementarnos con la madre tierra, porque no somos
más importantes que esos seres. En esta cultura no existen los objetos, sólo
los sujetos.
“Nuestra Madre Tierra, ja
jnantik lu´um, representa una realidad fundamental para los tojolabales. Por
eso, respetarla no se refiere sólo a ella, sino a todos sus hijos, es decir, la
milpa, las plantas, toda la naturaleza, y todo lo que hemos hecho, porque lo
producimos con lo que Nuestra Madre Tierra nos proporciona. Este respeto
implica el reconocimiento de todo lo que nos encuentra y encontramos en nuestra
vida. Este respeto es uno de los principios organizativos que nos guían y según
el cual vivimos desde la perspectiva
tojolabal. Dicho de otro modo, el respeto exigido se explica porque
estamos eslabonados con todo lo demás por el nosotros cósmico” (Lenkersdorf,
2004,128).
Posiblemente, para los que estamos
formados en la cultura de la modernidad nos es difícil comprender esta
concepción tojolabal (si bien estos “conceptos” y formas de vida no sólo se
observan entre los tojolabales, sino también
en muchos otros pueblos originarios de América, Asia, África o
Australia, incluso Europa). Como hemos mencionado, en la racionalidad moderna
dominante la naturaleza se divide entre la viva y la muerta. La naturaleza como
mercancía no tiene sólo valor de uso sino de cambio, es una riqueza inmensa y
además hermosa, es “una minita de oro”, solamente hay que explotarla y poner a
trabajar fuerte a los hombres y a las mujeres despojadas.
Entre los tojolabales todo tiene
corazón[5],
`altzil, que es el vivificador de todos y de cada uno; por ende, todo
vive y siente. Es por ello que en la cultura tojolabal la madre tierra
no se vende, no es una mercancía, ni mucho menos se prostituye. A partir de lo
anterior se puede decir, que dentro de esta perspectiva no existe lo inanimado
y si es que existe, se podría entender como lo despedazado, incluso si algo
sigue en el cuerpo se habla de nuestro brazo y no del brazo.
En la cultura moderna, siempre se
pone el énfasis en lo hablado y lo escrito y no nos damos cuenta de que se
excluye la otra mitad de la lengua que es el escuchar y que esta
exclusión incluye, también, las bases y mayorías populares. En cambio, los
tojolabales le dan la misma importancia al escuchar y al hablar, no sólo
la escucha entre seres humanos, sino también entre el cosmos y el ser humano.
Hay que saber escuchar lo que nos dice la madre tierra para estar
en consonancia, simetría, en equilibrio con el cosmos. Podríamos decir, que los
tojolabales tienen la vocación de saber escuchar a todo lo que les rodea
y con lo cual conviven día a día.
“Occidente se luce en enseñar
cómo nos desarrollamos al ser activos, productivos, hacedores, para llegar a
ser ganadores, los mejores, campeones y premiados. Pero poco o nada se nos
enseña a recibir” (Lenkersdorf, 2008, 67); por parte de la madre tierra
en ecología, en política, en educación, etc. Además es importante mencionar que
desde la perspectiva tojolabal, siempre hay oídos que nos escuchan y ojos que
nos ven, porque todo vive y, así, todo tiene ojos y oídos.
Se torna necesario vincular la
legitimidad formal con el aspecto material, empezando de éste último para
partir de la realidad en la formación de consensos en las dimensiones
políticas, económicas, culturales y ahora ecológicas, ya que, hemos visto con
el liberalismo, que, la pura legitimidad formal no es suficiente para la toma
de decisiones y solución de problemáticas cotidianas.
Conclusión
Toda conclusión es sólo un alto en
el camino, para mirar atrás lo poco realizado y, así, continuar con la tarea
interminable.
Nuestras
consideraciones finales, son que el mundo moderno con el proyecto de desarrollo
sostenible, nos ha presentado que en realidad no se pretende el desarrollo
de la vida de la madre tierra y con ello de la vida humana, sino que, lo que se
hace es en realidad buscar, formas para la reproducción de las leyes del
mercado y aumento de ganancia, de ahí que la naturaleza, así como el ser humano
se instrumentalizan y pierdan lenta y/o rápidamente su vida, es el recurso que
ante todo, se explota para el desarrollo sostenible del capital. Aunque
el planteamiento sea totalmente otro, por parte de las instituciones
internacionales y las nacionales, la realidad es que el planeta lo estamos
devastando y en especial las grandes industrias, capitalistas, banqueros, etc.,
son las mayores responsables.
Sin embargo, y a pesar de esta
negatividad, existen mundos originarios, donde el planteamiento es
totalmente otro, en donde todo vive y, por ello, hay que respetarlo para
complementarnos, es contrario a la generación de la ganancia –que se
obtiene, por medio de la explotación del trabajo vivo-, es en verdad la reproducción
de la vida. Nuestro punto de partida de esa manera es el mundo tojolabal
donde se plantea que todo vive.
Si entre los tojolabales todo
vive y, por ello, todo tiene corazón y siente, la comunidad no se reduce a
los seres humanos, implica todo lo que nos rodea; es decir, no se sujeta a la
comunidad de comunicación discursiva, inclusive habiendo participación
simétrica de los afectados, va más allá porque todo es tomado en cuenta, no
somos los humanos los más importantes. Por tal motivo, estamos en relación con
el cosmos; en este sentido, podríamos hablar de una comunidad cósmica.
Los tojolabales, al reconocer que todo
vive, están reconociendo la inmensa diversidad que habita en el cosmos,
en el planeta, o al menos con la naturaleza con la cual convivimos y de la que
formamos parte, por lo tanto también, nos tenemos que complementar con
nuestra madre tierra. Sin embargo, en la sociedad dominante, se siguen
pasando por alto estos hechos y la seguimos destruyendo, dominando. Con ello,
también entre los mismos humanos nos aplastamos por querer ser los mejores, sin
poner el mínimo de interés por los otros. Porque se nos enseña a que tenemos
que ganar en todo a como dé lugar ¿qué
puede esperar la madre tierra?[6]
Cada cultura tiene una relación bien
diferenciada con la naturaleza o la madre tierra, su propio modo de
enfocarla[7].
Por ello, es importante una liberación real de la mentalidad sumisa que se
mantiene frente al imperio en turno como países periféricos y “subdesarrollados”. Frente al pretendido
universalismo de la cultura moderna que ha creado la enajenación de muchas
comunidades y pueblos en formas de vida no elegidas sino impuestas, podría
abrirse otra posibilidad como es la comprensión y el reconocimiento de culturas
distintas, con similitudes y analogías relativas. “Para aprender cosas inéditas
hay que dialogar con ellas, en lugar de proponer opiniones y soluciones para
ellas […], hay que buscar las percepciones que se originan desde los otros.”(Lenkersdorf,
2005, 259).
El tránsito del desarrollo
sostenible homogéneo actual a un Estado
nosótrico, es decir, un Non-Estado no nacería repentinamente de
su destrucción, sino de un lento proceso de transformación y creación de
instituciones vinculadas, en donde “la satisfacción de las necesidades de cada
uno tiene que ser englobada en una solidaridad humana, que no excluya a nadie
de la satisfacción de sus necesidades básicas.”(Hinkelammert, 1985, 08); visto
así, la solidaridad será la condición de posibilidad de la sobrevivencia del
cosmos ya no sólo de la especie humana.
Posiblemente para lograr la
transformación, será necesario escucharnos entre la diversidad de
culturas, para dialogar y así complementarnos, sin que existan –en la menor medida posible-
imposiciones y, con ello, dominación de unas culturas sobre otras, sino que
compartamos lo mejor que tenemos en cada una y así mantener una relación de
convivencia con la madre tierra.
Colectivo Nosótrico Lenkersdorfniano®
Ricardo Ángeles Sánchez
Christian Hernández Campos
Gerardo González Jaramillo
Sergio González Jaramillo
Hugo Alberto Mendoza Gamez
Carlos Enrique Salas González
Luis Alberto Salas González
[3] Sin
embargo, si partimos de los tojolabales, estamos hablando de un planteamiento
distinto, porque ello no son antropocéntricos, es decir no parten procurar la
producción y reproducción de la vida humana, sino de la vida cósmica, es decir,
iniciando por procurar a la madre tierra y con ello a la vida humana.
[4] Dussel en el libro de Ética de la liberación,
hace una historia mundial de la eticidades y a la cuarta etapa le llama sistema interregional, en la cual,
la modernidad inicia cuando Europa sale al Atlántico en 1492. A su vez Hinkelammert, en el libro de Hacia
una crítica de la razón mítica, comenta que "los mitos de la
modernidad se remontan a los inicios de la sociedad con la irrupción del
cristianismo en el imperio romano y en la cultura greco-romana… [Esto]
constituye un marco mítico fundamental (que es de liberación) que opera como
marco categorial.”
La modernidad entonces no inicia en el siglo XVII, sino
que empieza a gestarse entre los siglos II y III y nace en 1492 con la
invasión, conquista (espiritual-
material) y dominación europea. A partir, de entonces se pretendió
universal y única y creyó someter todo el mundo a su diseño y negó el valor de
las religiones no-europeas. Algunas características de la modernidad: En primer
lugar, está el individualismo y la pérdida de la inserción a la comunidad y,
con ello, la carencia de solidaridad no sólo con la humanidad sino con el
cosmos.
En segundo lugar, se encuentra la primacía de la razón
instrumental la cual se torna irracional “en nombre de la eficiencia y de la
competencia compramos cada vez más barato y no nos damos cuenta de que comprar
barato puede ser la manera más cara de comprar. Para comprar barato, estamos
realizando un baratillo de seres humanos y de la naturaleza.”(Hinkelammert,
1995, 04)
Con el dominio de la razón y el individualismo se
manifiesta un tercer rasgo, la división de la sociedad entre los que participan
en ella y los excluidos. Los que participan hacen La ley y ésta se torna la
referencia absoluta de justificación de un orden; por lo tanto, hay que
respetarla y cumplirla: el hombre sirve a la ley y no la ley al hombre.
[5] El corazón es la fuente de vida, pero también
se caracteriza por la capacidad de pensar; por supuesto no hay que entender el
pensamiento desde la concepción aristotélica, ni la filosofía cartesiana del
“pienso luego existo”. Es decir, el pensamiento no se refiere a la capacidad de
raciocinio, sino a otro tipo de razón, que es, la de relacionarse los unos con
los otros con dignidad y respeto para formar así la comunidad cósmica.
[6] Se dispone de ésta como se dispone de los
demás objetos; para aceptarla cómo nuestra madre tierra no es suficiente que
seamos “cultos” y tener poder, sino cambiar de perspectiva. Para muchos
científicos de finales del siglo XX y principios del XXI, la perspectiva
tojolabal es “animista” por la pretendida superioridad de la ciencia moderna.
[7] En la cultura tojolabal, la acumulación
brilla por su ausencia, mientras que en la moderna es un rasgo característico,
distintivo. La sociedad dominante moderna se ha vuelto ciega para percibir la
bondad de la tierra que la sostiene de cuerpo y la desprecian y la despojan de
su corazón.
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