“God
bless Sasha Grey” frase que enmarca la estampa de la “actriz”
haciendo referencia al dios postrado en el dólar.
En él confía el pueblo, pero ¿de quién
estamos hablando en este pacto de confianza? De un dios sin nombre, no por
inefable, es decir no por indescriptible como unidad pura, como principio
inderivado que escapa del concepto y del discurso, sino por cancelación de
afiliación política.
Es dios sin ser cristiano, judío, ortodoxo,
católico o protestante, aunque sólo a estas instituciones les giñaría el ojo,
las demás quedan vetadas en el campo silenciado de la “extravagancia”, de la
mitología.
Dios sin religión, fetiche, no se re-liga. Billete
impuesto cómo unidad funcional, fundamenta su valor en una liga vacía de
significado. El dios funciona porque el dinero perdió el valor significativo,
incluso al oro o al petróleo pues se miden en dólar. Sistemático, moneda
corriente reniega al valor de uso rindiéndose al valor de exposición y de
cambio, de circulación.
E Pluribus Unum, de muchos uno, es la base del poder de la unidad de
medida dólar, del dios dólar que aceptando mata la diferencia. Voz multiculturalista
que paradójicamente se vuelve dictadura, monoteísmo, vox dei, Estado Fallido.
Ese dios bendice el esténcil de la
virgen-sátira. Virgen penetrada tanto como reproducida su imagen, exhibiendo el
milagro de anti-concepción que muestra el coito cuanto es necesario sin
fecundar, contrario de quien nunca tuvo copula y concibió. Y sigue santa,
manchada tanto que ha entrado en un estado de re-producción de la mancha donde
ésta no impide su santidad, no le ensucia, antes bien le reviste formando parte
de una lista de muchas otras habilidades en escena; la mancha es cum shot.
La virgen maculada camina la terrenidad cotidiana
ornamentada por un aura Photoshop. Cercana en sus tratos y maneras pero lejana
en el mundo del más allá de la pantalla, en el mundo del Pornstar Star. Mundo pseudo aurático, construido por la Personallity, que la hace inalcanzable.
Sólo accesible en la pornografía, allí Sasha deja de ser objeto del deseo
erótico, deja de ser mujer, para ser objeto de deseo. De un deseo sensual trunco,
pues no señala sólo siente. Sensación a nivel dérmico y de momento, de momento
virtual, únicamente visión momentánea; Vouyer.
Visión establecida en el derecho de imagen para ser fotografiada y vista. Base
de su riqueza monetaria, aunque la transgresión a este derecho en la piratería
o en los sitios gratuitos en la red se convierta en la mejor campaña
publicitada.
Esta imagen pública-popular de Ann Hantzis es
reflejo fiel de los matices que alcanza Sasha Grey. Siendo los espectros de su
gris tan variados que destrozan la escala de Kinsey con toda clase de parafilias
y perversiones, yendo desde disfraces de conejos tiernos y botargas de oso
hasta el más arduo Bondage y Hardcore. Sin contrariarse o
distinguirse en una misma escena si se requiere. De este modo se presta a la
versatilidad, y por consiguiente al dominio de su reino. Con un rostro tierno y
perverso, con rasgos aniñados, algo asiáticos, dueña de una mirada viva y
atenta, a la vez seductora, Sasha sentencia: "El sexo duro puede ser doloroso, pero ese es el
punto ideal, cuando las endorfinas te golpean y se siente mucho mejor. Por eso,
algunas veces necesitas un choque extra". Entonces se justifica, acusa al
instinto mientras nos adoctrina, clarificando el terreno en el que es reina,
servidora y ama.
En el
juego de los amos y sirvientes, en el Bondage
cinematográfico, Grey es presentada como la mejor de las bestias indignas, de la animalidad viciada que nada quiere ni debe
tener con la “dignidad”. Interesadas solamente por el placer y la exhibición;
ganancia segura. Este es el show de
los nuevos monstruos indignos, re-significados con la divinidad porno.
Si lo monstruoso
era lo digno de mostrarse, siempre necesitaba del misterio para consolidarse,
el misterio era elemento de la dignidad. Disuelto el misterio, los monstruos ya
no necesitan de la dignidad para mostrarse. Se terminan los antiguos monstruos
misteriosos como se termina la antigua divinidad. La divinidad se jugaba en lo
que era tan digno que no se mostraba, y para ser mostrado había que ser digno,
se jugaba en el valor de culto. Esto hacía funcionar la triada del poder
cristiano expuesta en “El gran inquisidor”: milagro, misterio y autoridad.
Mas la doctrina de
Grey es la doctrina de la degradación. El momento de éxtasis corpóreo alude a
las endorfinas y permite lo que sea. La sumisión se introduce en la “vida
sexual” como preferencia (nótese la categorización de esta vida encerrada en la
vida misma) reglamentándola y validándola. Sin embargo sigue siendo sumisión,
sometimiento. Dicha reglamentación no se juega en cuestión de valores
cualitativos, ni bueno ni malo, sino de gustos y preferencias, tan ambiguo como
esto, tan vasto y diferente como esto. Los nuevos valores son indiferentes y
recurren a una unidad de medida común para ligarse, el dinero.
Hoy lo indigno es
lo que vale, y se mueve en la exhibición reglamentada. La triada cristiana es
intercambiada y sustituida por una nueva triada de poder basada en la
exhibición, la indiferencia y la sumisión. Así, en el terreno de la pornografía
se vale cualquier cosa porque se mueve en el mundo de las transgresiones rotas.
Lo que sea excepto lo que atente contra el principio de auto-conservación,
principio burgués extremado contra la naturaleza. Por eso cohíbe
el contacto, instruye, fomenta y expone la masturbación, y promueve la
anticoncepción, este es el punto de la
degradación controlada.
Sólo resta resignarse hipócrita, figuradamente,
adoptando la postura de la Dominatrix
o del perro. Persignémonos ante la virgen Marina gozando su nueva divinidad. Hay
que gozarla, esa es su misión en
esta tierra, evitar el riesgo, el desagrado y sobre todo el aburrimiento. Reforzando
la industria de la cultura.
Viva nuestra virgen, reina de los cielos plásticos-IN-significativos
y de la movilidad sacra. Madre estéril aprensiva, protectora en su regazo de la
diversidad de género por la perversión que se pueda llegar a pagar. Lucrativa
en la filia, incluyente en el Gang-Bang.
Viva la industria de la pornografía,
industria bendita residente en tierra santa San Fernando California, meca del
dios dólar y de la orgía contemporánea. Casa de nuestra nueva patrona.
Y qué queda después
de la orgía:
Por Schava
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