Sade y la Cárcel


Campo Elías Flórez Pabón
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El Marqués de Sade fue un hombre que poseyó espíritus y no cuerpos. Lo que se piense además de eso, y se asegure como vehemente verdad sólo sucedió en la mente del autor. Creería que las afirmaciones que nosotros podemos realizar respecto del autor son muchas y acreditar que todas son verdaderas respecto de lo que más se teme de él, como es la corriente del masoquismo. Creo que moralmente es la posición que más fastidia a nuestra sociedad conservadora o liberal. Pensar que alguien pueda cometer una serie de abusos para con otro ser y sentir placer. Y la única conclusión que se puede plantear es la enfermedad para alguien que actúe así. Creo que a partir un poco de esta diatriba moral realizaré este comentario.  Diría en primer momento que la única libertad que nuestra sociedad se permite como la sociedad de Sade es la de la literatura. Sólo se es libre positiva o negativamente en la letra. En nuestra mente. Allí revelamos lo que somos y lo que escondemos por temor o pena a los demás, nuestros deseos, sentimientos y pasiones. La literatura es el canal de expresión que nos permite mostrar prismáticamente nuestra naturaleza animal y relativamente esquiva para una racionalidad europea. De allí, que alguien como Sade sea odiado y tratado como un enfermo y criminal en sus actos literarios. Pues al sugerir como Sócrates a sus discípulos algunos comportamientos que no van de acuerdo con la escala social impuesta, esto se torna como rebelión y hay que reordenar o extirpar dicha parte para que el cuerpo tome la tonalidad de los demás. Para que seamos como todos. Actuemos como todos, y digamos lo que todos siempre han dicho y hecho. En éste punto es donde quiero anotar, que es la causa principal que le lleva a la cárcel como medicina alternativa para encarcelar su pensamiento, mas lo único que logran encarcelar es su cuerpo. Y lo que no tenía antes que era tiempo, soledad y reflexión le fue donado anónimamente por sus captores sin intención. La cárcel fue un regalo, algo extraño pero no una punición para el buen Marques. Fue la oportunidad dorada para su producción, para canalizar todo lo que en su mente aparecía y para comentar su animalidad o instinto, que a sus críticos enloquecía. En este punto quiero decir que el único castigo para el Marqués hubiese sido el de quitarle sus manos. Y quitarle a la par su lengua. Para que de ninguna forma pudiera expresar su pensamiento. Pero cualquier otro castigo que no conllevara esto, de nada serviría más que alentar su espíritu algo impetuoso, el espíritu de lo que más tarde se llamará masoquismo.  Estas palabras me permiten concluir un segundo aspecto, y es que la cárcel siempre ha conservado su forma de castigo, quitando lo que más se quiere, suponiendo que para todo hombre sea la libertad. En éste sentido y en segundo momento quiere decir, que la cárcel no cumple su papel de punición porque esta ayer como hoy en el caso de Sade no analiza cuál sería el verdadero castigo, moralmente hablando que merece la persona que cometió algún delito, para que éste sea realmente efectivo, y mediante la contrición, ayude a corregir o re-educar en las conductas. Pero, como en el caso del Marqués, uno se puede preguntar, si es el castigo algo propio para el amante del castigo, aquel que se revuelca en el placer. Ya que al castigarle mas, más sentirá placer y afirmará como correcto lo que piensa de la vida. En tal sentido, sólo queda mi tercera y última representación. Qué fue lo que enseño el Marqués de Sade en sus obras que mereció un castigo como la cárcel. Con una pena que pudo enmarcar toda su vida. Y creería que es el concepto de libertad para el pueblo francés. De donde se puede fundar la igualdad y la fraternidad. Pues en épocas de revolución y encarcelado en la Bastilla, el único espíritu que vale la pena ser castigado es éste. Enseñar de una manera particular que se puede realizar una revolución, que se puede cambiar, que se puede ser hombre, con sus pasiones, con sus temores, con su locura. Que se puede aceptar los sentimientos o que se pueden negar. Creo que en ese proceso de enseñanza antropológica, que recrea un ser humano más humano, y más “depravado” muestra que es posible ser libre. Por eso su per correr por la Bastilla y por cuanto hospicio para locos había. El problema para sus detractores fue que no pudieron callar su voz, o mejor sus escritos, y que el pueblo francés entendió su espíritu. Lo que él vivía, y cómo la revolución tendría un final distinto al dolor, pero que en su camino tendría que enfrentar esa realidad despreciada por todos, pero que se tendría que transformar en un punto diferente. Algo que por lo menos alcance consuelo como es la sexualidad, más a la mano, más en el dolor, más en la muerte y en la sangre, más en el amor. Afortunadamente, algo de lo que el expreso la historia lo confirmo en su vida, al ser excarcelado y poder recrear en los ideales de libertad, el libertinaje, y a partir de ellos la igualdad, y la fraternidad amante y descarnada.


Al igual que Miller, o Apollinaire, Donatien es consciente y doliente de su contexto histórico, un contexto que sólo invita a revolucionar, a cambiar la vida que se lleva. Pero desde el punto de vista que cada uno tiene.

La sombra de Prometeo

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