LA MANTIS CAZADORA

Por: Zuris María



La tenue luz del astro lunar apenas hace de la obscuridad su infortunado cómplice. Dos cuerpos jóvenes en un camino repleto de silencio, a espera…

S- Hermana, no viene nadie, vayamos a casa, anda, por favor.
M- Siempre dices lo mismo. No tiene mucho que llegamos.
S- Pero esta noche es más fría, el aire me toca hasta los huesos, no me gusta hermana.
M- Eso está muy bien, significa que en algún momento ese frío ya no te será extraño. Ya verás, te gustará. ¿Hoy tampoco te atreves?
S- Claro que no, te lo he dicho, yo sólo estoy aquí para ayudarte si es necesario.
M- ¿Ayudarme? Nunca haces nada, más que mirar ¿te gusta?
S- Si te dejara sola no sé qué podría pasar, si te dejara sola…
M- Así es, sola. Si me muero ¿qué será de ti?
S- No digas eso, no te atrevas a decirlo, no soy capaz de imaginar…
M- Yo no te pido ayuda, lo sabes bien. Creo que te gusta, en el fondo te gusta ¿verdad? Anda, ya dime, guardaré tu secreto.
S- Ya te lo dije, sólo estoy aquí para cuidarte, una nunca sabe lo que podría hacerte un hombre en un lugar tan solitario, repleto de silencio y obscuridad.
M- Mi hermanita –la abraza cariñosamente y da un beso en la mejilla- ningún hombre me hará daño ¿De dónde sacas tales pensamientos? Tú sabes que este lugar, esta hora y este frío son el escenario perfecto.
S- Tengo miedo de lo que pueda pasar esta noche, dejemos el juego al menos por hoy. Anda, vamos a casa… tiemblo y no dejo de temblar, mírame, te lo suplico, vamos a casa… tengo frío… accederé a tus caprichos esta noche, haré lo que me pidas, como tú gustes, pero vámonos…
M- Eres una mocosa, esperemos un poco más, si no hay movimiento, si no hay señales, nos vamos.
A la distancia se distingue un caminante.
M- Mala suerte Sonia…
Sonia- ¡Prométeme que será rápido!
M- No hagas ruido, ya viene. Dame el lente. –Después de unos instantes y moviéndose como serpiente- Hermanita, perdona, no puedo prometerte lo que me pides, es más, creo que hoy será una de las noches más especiales.
Sonia- ¡Ah!
M- Mi corazón late tan fuerte ¿lo escuchas? Mi sexo se calienta ¡Ay, me escurro! Mete tu manita.
Sonia- ¡No!
M- Mete la maldita mano por debajo. Tienes frío ¿no es así? ¡Hazlo! –Comienza a introducir- Soba bien, ya te he explicado como hacerlo. Soba ese capullo baboso. Cuando sea el momento mete lo que puedas. ¡Ya, hazlo! ¡Hazlo! ¡Puta! ¡Encaja todo lo que puedas! ¡Ah! Que descanso, fue demasiado rápido esta vez.
Sonia- Bastante, ojalá lo que viene resulte igual. ¿Qué te puso así?    
M- Nuestro invitado está por llegar, juzgarás al verlo. Hoy eres la carnada.
El hombre está sobre el camino
M- ¡Ayuda! ¡Ayuda! Por el amor de Dios ¡Ayuda!
Q- ¿De dónde vienen esos lamentos? ¿Dónde estás?
M- Aquí señor, aquí, venga… mi hermana… está herida…
Q- Ya te veo hijita, ¿Dónde está tu hermana? ¿Qué sucedió?
M- Gracias a Dios, alguien nos ha socorrido, gracias señor por escuchar mis ruegos. Mi hermana está herida, no puede caminar.
Q- Tranquila pequeña, vamos, todo estará bien.
 M se estrecha en el viajero, aprieta sus grandes senos en el pecho del hombre y toma su mano para dirigirlo con la hermana. Se encuentra tirada en el campo.
Sonia- Hermana ¿eres tú?
M- Sí, el señor nos envió a este buen hombre, él nos ayudará.
Q- ¿Qué sucedió pequeñas?
M- Mi hermana se rompió una pierna. ¿Puede revisarla? le duele mucho.
M levanta la falda de la hermana a la altura del pubis.
M- Estábamos corriendo hacia casa y en la obscuridad ella derrapó en una zanja, apenas tuve fuerzas para sacarla de ahí, no puede caminar.
Q revisa a la niña.
Q- Tranquila corazón, no parece nada grave, te llevaré en brazos. ¿Pero por qué se encuentran solas a estas horas y en caminos desiertos?
M- Es por aquí señor.
Q levanta a la niña.
M- Por aquí, por aquí…
Q- No tan aprisa pequeña, la noche te envuelve y mis ojos te pierden.
M- Por aquí, por aquí…
M desaparece entre la niebla.
Sonia- Señor –mascullando las palabras- déjeme aquí, déjeme aquí, ya estoy bien. Vaya por su camino, pronto, no se preocupe… vaya, ande, ya estoy bien, se lo juro, por favor ya bájeme.
Q- No mi pequeña, te llevaré a casa ¿es muy lejos? Bueno, eso no importa. Pero dónde se metió tu hermanita, no la veo por ningún lado. ¿Cómo se llama? Vamos a llamarla.
Sonia- No, señor, no, por favor ya estoy bien, puedo caminar. Yo buscaré a mi hermana, usted siga, siga…
Q- Tranquila, no sería capaz de dejarlas aquí solas.
Sonia- Pero señor, está usted en un gran problema, se lo juro… ¡Váyase ya!
Q- ¿Por qué dices eso?
M aparece a espaldas del hombre y lo golpea fuertemente con un tronco en la cabeza. Cae sobre la tierra.
M- Te escuché maldita putita, ya verás. Aunque debo decir que esto me excita.
Sonia con dificultades para ponerse en pie.
Sonia- Creo que me lastimé la pierna al caer…
M- Te lo mereces, puta cabra.
Sonia- En verdad me duele mucho.
M- ¡Calla! Ya está por despertar.
El hombre amarrado a las faldas de un árbol.
Q- ¿Qué sucede?
M- Debió obedecer a mi pequeña hermana, pero no, usted es un hombre de bien.
Q- Yo sólo quería ayudarles ¿Por qué me hacen esto?
M- No hay un por qué más que el porque yo quiero.
Q- Niña, pequeña, no conozco la turbación que te ha orillado a hacer esto, pero no es correcto, desátame. No temas, como has dicho, soy un hombre de bien. No juzgaré tus actos, sólo quiero ayudar. 
M- Usted es un simple hombre ¿por qué dice ser de bien? ¿Acaso esa indumentaria lo sustenta?
Q- Soy un misionero. Me encamino a cumplir mis encomiendas al pueblo de San Antonio, pero el Señor me trajo aquí –M interrumpe-
M- Pues me parece que no habrá mayor misión que la que yo disponga hacer con usted en unos momentos.
Misionero- ¿Qué será, matarme?
M- Eso está por descubrirse. Sonia ¿Qué te parece?
Sonia en silencio
Misionero- ¿Qué baja pasión te lleva a cometer este crimen? eres solo una pequeña. No hagas algo que no está en tu corazón, te arrepentirás, pues en un ser como tú no puede albergar el veneno del asesinato, no en ti que eres todavía una niña.
M- Juzgas y eso me estremece.
Misionero- Los niños son pureza, son casi casi carne y casi espíritu. Alguien te afectó y hace de ti algo que no eres. Nunca es tarde para rectificar. No juzgaré, pues el juzgar nos lleva a depositar un poco de veneno en el otro.
M- ¿Me ama señor misionero?
Misionero- Te amo pequeña criatura. El amor también es perdón y tienes el mío. Dios dijo: “améis los unos a los otros como yo os he amado”. Es nuestro deber conocer e interpretar correctamente ese amor, pues Dios nos amó primero y es obligación nuestra consagrarnos en su mandamiento; él nos ama, nos dotó de esa hermosa capacidad para perdonar y comprender.
M- ¿Ha follado alguna vez?
Misionero- ¡Qué pregunta es esa! La carne es débil para el que no tiene voluntad.
M- ¿Se le antojan mis tetas?
Misionero- Pequeña, detente, quiero ayudarte, no sigas en esto, no expongas tu cuerpo, déjame reivindicar tu alma. Estás cansada, quieres tranquilidad, paz. Deseas detener esos impulsos que te dominan, que te hacen ser otra, alguien que no eres. Yo puedo curarte.
M- ¿Curarme?
Misionero- Así es pequeña, el Diablo tentó tu fragilidad desde hace mucho, pero con la ayuda de Dios nuestro señor es posible sanarte, sólo debes tener fe, recibir a Cristo en tu corazón.
M- Señor misionero, entonces llevo mucho enferma…
Misionero- Cuéntame, mi corazón, comienza a hablar, confiesa tus pecados, yo sabré como conducirte para que estés en paz, para que recibas el amor y el perdón de Cristo.
M- ¿Usted cree que Cristo aún me ame?
Misionero- Claro que sí, nuestro señor es bondadoso, él sabe perdonar.
M- ¿No importa el mal que haya realizado?
Misionero- No importa. Mi ternura, confiesa tus pecados.
M- No sé cómo hacerlo.
Misionero- Sólo comienza a hablar, todo saldrá por sí mismo. ¿Dónde están tus padres?
M- Mi hermana y yo ya no los tenemos, hace mucho fueron enterrados.
Misionero- ¿Quién se hace responsable de ustedes?
M- Nadie, nosotras nos cuidamos.
Misionero- ¿Les gustaría venir conmigo? En San Antonio hay un pequeño convento. Podrán vivir ahí en tranquilidad; comida no faltará en sus estómagos hambrientos; una cama caliente las espera todas las noches; muchas niñas de su edad también viven ahí, serán sus compañeras de juegos y aventuras, además, principalmente, recibirán una educación que les ayudará a recibir a Dios en su corazón. Yo puedo llevarlas.
Sonia- Señor, a mí me gustaría mucho ir a ese lugar.
M- Sonia, no podemos.
Misionero- Claro que sí, Dios me puso en su camino y a ustedes en el mío, es su señal la que se manifiesta. Vamos, en marcha, en el trayecto les contaré tantas cosas. ¡Me siento emocionado!
Sonia- ¿Podré tener muchas amigas?
Misionero- ¡Muchas!
Sonia- ¡Yo quiero jugar al escondite!
Misionero- Los juegos no faltarán mi pequeña.
Sonia sonríe y se dispone a soltar los amarres, en ese instante M habla.
M- ¡Sonia, espera! –dirigiéndose al misionero- ¿Señor, entonces ya no quiere saber de mis pecados?
Misionero- Mi ángel, claro que sí.
M- Entonces espere, pues al saberlos usted ya no nos llevará a San Antonio.
Misionero- No hay nada que me detenga, las llevaré conmigo. Es mi deber salvarlas.
M- Entonces escuche lo siguiente y al final decida. Tengo quince años, mi hermana doce. Vivimos en el pequeño pueblo de donde usted viene. Mis padres están muertos, yo los maté hace dos años.
Misionero- ¡Dios mío niña! No digas esas cosas, no juegues con semejantes delirios.
M- Apenas comienzo y usted se exalta –con semblante y voz de tristeza- no tengo el perdón, Dios no me recibirá jamás, Dios no me ama… nunca lo hará.
Misionero- No mi vida, disculpa por reaccionar así, confía en que si hay arrepentimiento, no importa lo ya hecho, Dios perdona. ¿Por qué hiciste semejante acto?
M- Tuve que hacerlo… fue necesario para acabar con el sufrimiento.
Misionero- Mi amor, aún en el crimen, en el asesinato, en ese grave error, hay un poco de luz que se vislumbra. No hay maldad si tras ese acto, aún el más terrible, hay en el fondo una causa noble, la cual se extravió en la confusión que suele provocar el Demonio. ¿Estaban enfermos?
M- Sí, principalmente padre. Lloraba mucho, no paraba de hacerlo. Él amaba a madre pero ella ya no, por mí…
Misionero- No digas eso pequeña, no cargues sobre ti lo que desconoces.
M- Padre me prefería, le gustaba hacerme cosas, enseñarme muchas otras. Me gustaba ser su niña y su mujer. A escondidas, cada que madre no estaba o cuando ella dormía… me escondía junto a la complicidad de la noche, sin ruido, sólo era su respiración, la cual crecía como fuego egregio. Me encantaba ponerme entre sus piernas, hincada, sacar su gran verga del pantalón y mamarla con ansiedad. Mirar sus ojos mientras lo hacía y recibir gustosa la descarga.
Misionero- Por el amor de Dios, pequeña, tu padre es el Demonio, él te pervirtió.
M- ¿Pervertirme? Pero si me gustaba, yo lo provoqué desde el inicio.
Misionero- Claro que no, fuiste víctima de un abuso, uno de los más terribles: el incesto.
M- Me gusta ser observada y madre fue una puta envidiosa.
Sonia- ¡No digas así de mi mamá!
M- Es la verdad Sonia, me envidiaba desde pequeña y cuando estas tetas y este culo comenzaron a tener forma, se volvió loca con las miradas que padre me ofrecía.
Misionero- Detente pequeña, no sigas, este mal debe ser tratado con mucho cuidado, debemos llevarlo con paciencia, amor y sabiduría: Dios nos indicará el camino.
M- ¿En verdad mi alma tiene salvación?
Misionero- Dios todo poderoso no podrá negar a una criatura que padeció los más terribles infortunios el perdón.
M- ¿Es tan fácil el perdón de Dios?
Misionero- Arrepentimiento, hija mía, con el arrepentimiento.
M- Pero yo no me arrepiento de nada, es más, disfruto al recordar.
Misionero- Tranquila, con calma pequeña, ya verás, ya lo verás, Dios siempre se manifiesta; Dios está en tus palabras que piden ayuda, eso me trajo aquí, por eso estoy con ustedes ahora, para ayudarlas, para sanar esas heridas. Es mi misión. Dios me puso en su camino.
M- No lo creo…
Sonia- ¡Yo sí lo creo! Este hombre es bueno, este hombre nos ayudará, él es una luz, lo sentí al verlo, lo siento al escucharlo. Yo sí creo en sus palabras y creo en él… quiero que me enseñe a estar con Dios.
Misionero- Bendito sea el señor.
M- Este hombre es igual a todos los otros, no te dejes engañar, todos son animales, todos usan diferentes disfraces, pero por debajo de la máscara son lo mismo: una verga dura que quiere follar un rico coño como el mío.
Misionero- Esa mente perturbada te hace sentir miedo. No te esfuerces más en defenderte, todo estará bien.
M- Papá era muy cuidadoso al follarme, cada que la flor era fértil me penetraba por el culo para no embarazarme. Al principio no me gustaba, era doloroso y nada placentero, sin embargo sensibilicé ese pequeño ojo del diablo y se convirtió en la práctica más deliciosa. No podía sostener mis gritos de júbilo. En esa ocasión, mientras papá me jodía por atrás, apareció madre, la vi a través de la ventana, no sé cuanto tiempo tenía contemplando el espectáculo, pero su cara, no puedo olvidar su cara, estaba seca, pálida, muerta… yo no sostuve más y escurrí a chorros.
Misionero- Pequeña, fuiste víctima del Demonio de tu padre.
M- Papá dejó de poseerme… el llanto era doloroso y madre era un fantasma.
Misionero- El Demonio estaba en casa, revoloteando alrededor de todos ustedes, eso es obra del mal.
M- Decidí matar a madre para evitar el sufrimiento de padre, pues ella estaba enferma, marchita, sólo quería herir a padre con su desprecio ¿Acaso no fue justo misionero? Lo hice para liberar a padre.
Misionero- ¡Virgen Santa!
M- … él se volvió loco al ver el cuerpo cubierto de sangre, yo sobre ella, sin dejar de penetrarla con la daga. Padre me golpeó duro en la cabeza, después me molió a patadas, no podía moverme. Sonia veía todo debajo de la cama.
Sonia- Yo vi todo, le juro, yo no pude hacer nada, ni siquiera gritar… tenía tanto miedo como ahora, tengo miedo Mantis, tengo tanto miedo que no puedo moverme… es un terrible frío que ni llorar deja…
Misionero- Pequeñas mías, no puedo evitar estas lágrimas de compasión…
Mantis- -“Padre no, padre no, padre ya no”- no dejé de gritar hasta que me estampó su bota en la cara, muy fuerte, me arrojó lejos. Mi espalda golpeó la pared y caí sentada, con las piernas abiertas. Entonces lo llamé, le dije que viniera, que me jodiera duro, que destrozara mis entrañas con su verga, que ese ardor lo deseaba sentir dentro. Él se acercó con la correa cuando vi caer su ropa y brincar su enorme falo.
Misionero- ¡Oh, Dios mío!
Mantis- Me penetró tan duro, como nunca, sin embargo en ningún momento dejó de llorar. Su llanto acarició mi rostro al momento en que me levanté, sin despegarme… torcí su verga con la intención de escuchar el dolor. Lo empecé a follar de pie, con furia, lo moví como se hace bailar a un títere, hasta hacerlo tropezar con el cadáver de madre. Me senté en el rostro inerte. Le dije que la besara, que besara a su anterior esposa. Él obedeció. Mientras lo hacía pateaba su culo.
Misionero- Eso, eso es terrible… es grotesco, una aberración… necesitas ayuda… no permitiré que sigas padeciendo esos males. El Diablo te tocó y dejó su marca, pero no es eterna como lo es Dios, él te ayudará a lavar esos pecados tan horripilantes.
Mantis- Pese a que padre ya podía disponer de mí a cada momento, no dejaba de lloriquear todas las noches. Que patético era verlo tan abatido, derrotado, afligido. La culpa no lo dejó en paz hasta que se suicidó.
Misionero- ¿No lo mataste?
Mantis- No volvió a follarme desde aquella vez, él ya estaba muerto. Desde ese entonces no puedo saciar el ansia de mi vagina, deseosa de vergas. Ninguna me satisface, el único placer que encuentro es en arrancarles ese trozo de carne después de haber eyaculado por mí.
Misionero- Es obra del Demonio, estás pervertida, pero aún eres muy joven, en verdad, puedo dirigir tu salvación. Mantis, ven conmigo, no dejes que tu hermana padezca los mismos males.
Sonia- Vamos con el misionero, yo ya no quiero esto…
Mantis- Estoy mojada, mis piernas escurren porque quiero que usted las abra, quiero que me lama el coño –se restriega sobre el rostro del misionero, él permanece inmóvil-. ¿Qué, ninguna sensación experimenta usted?
Misionero- No caeré en la tentación, estoy libre de todo mal.
Mantis- Me vuelve loca, mi deseo se alimenta del deseo que provoco. Llevo años devorando hombres en estos caminos solitarios. Son bastantes a los que el deseo les fue arrebatado por siempre. Borrachos, viejos, padres, hijos, pueriles, apestosos, ricos; no  lo creerá, hasta homosexuales. Ninguno se me resiste.
Misionero- ¿Por qué haces esto, por qué, eres apenas una niña?
Mantis- Me gusta, ¿Cuál es el problema en eso?
Misionero- En que está mal, no es sano, no es natural…
Mantis- Para mí no es sano y no es natural que usted se guarde ese trozo de carne dentro de los calzones.
Misionero- El Diablo, es el Diablo quien te perturba.
Mantis- ¿El Diablo? Me encantaría conocerlo, seguro folla bien.
Misionero- ¡Dios mío! ¡Dios, por favor, dame fuerza, ayuda a tu hija!
Mantis- Sabe misionero, es la verga divina la que quiero, la que mis entrañas demandan en cada miembro que me penetra. Sólo la verga de Dios podrá salvarme y, usted, usted tiene esa verga. ¿Está dispuesto a salvar mi alma? ¿Es inalcanzable Misionero?
Misionero- Lo que pides lo es.
Mantis- Lo quiero y lo tendré.    
Misionero- Hagamos algo, intenta seducirme, sé que te gusta hacerlo, es lo que haces con todos, los vuelves locos y después devoras su deseo para saciar el tuyo. Intenta hacerlo conmigo, si lo consigues estoy  dispuesto a ser sacrificado por ti.
Mantis- ¿Está seguro de sus palabras misionero?
Misionero- Lo estoy, recuerda que mi castidad está a la altura de mi voluntad.
Mantis- Eso me gusta, ¿me quiere excitar?
Misionero- Sin embargo, si no lo consigues, si no es posible que me lleves al pecado, a la lujuria y a la concupiscencia, entonces deberás aceptar a Dios como fuerza única de salvación.
Mantis- Suena muy estimulante.
Misionero- Después los tres nos dirigiremos a San Antonio.
Mantis- Acepto misionero.
Sonia- Mantis, deberás cumplir tu palabra.
Mantis- ¿Acaso crees que hará falta no hacerlo? Todo consiste en estimular lo necesario a este pobre hombre para que termine por pedirme, por anhelarme, por desearme como una maldita bestia que implora por su placer.
Sonia- Que sea hasta antes del amanecer, si no lo consigues, yo lo liberaré.
Mantis- La putita se pone en mi contra. ¡Así sea!
Misionero- Creo en ti señor.
Mantis- ¿Nunca se le para?
Misionero- Supongo que haces referencia a mi pene, ya muchos años Mantis, desde hace mucho tiempo no padezco por el deseo, ni en los sueños cuando el Demonio visita la almas para tentarlas con malos pensamientos y deseos pecaminosos.
Mantis- ¿En verdad no hay algo que le excite?
Misionero- Nada sexual. Mantis, cuando consagras tu alma a Dios, la excitación que se experimenta, la única excitación, es sagrada, no hay genitales ni sexos, el goce del espíritu es tacto divino.
Mantis- Es tan desesperante esto, necesito su verga sagrada… -descubre al misionero y percata que no hay erección-. Misionero, antes de buscar un camino hacia la divinidad ¿no fue un hombre con deseos, con padecimientos mundanos?
Misionero- Estoy seguro que sí, hija mía, no creas que me resisto a responder, pero en verdad no recuerdo ya mucho de eso.
Mantis- Observo su verga flácida, observe mis tetas –se descubre- son firmes y grandes, muchos las codician y muchos son las que han disfrutado con el tacto y la boca, mire, mire, se ponen duros los pezones, todo esto me tiene sumamente excitada –acerca los senos al rostro del misionero- sienta, huela, perciba con la piel… ¿le gusta cómo los toco para usted? Los aprieto y sobo, no me caben en las manos, aún si usara las dos para sostener una de mis tetas… muchos hombres con apenas verlos arrojan semen, pero veo que usted no se inmuta en lo mínimo… ¿es marica? –lo patea y escupe-
Misionero- Hija mía, sé que estoy hablando con el Demonio; ninguna obra de ese ser puede provocar placer alguno.
Mantis- ¡Maldito hijo de puta! Quizá eres de esos corrompidos… ¿Le gustan los culos de niños? El mío es muy bonito. Tengo un culo pequeño, sólo mi padre me folló por ahí, a ninguno de los granujas les he permitido ese pequeño altar del placer, pero usted, usted me vuelve loca y mi culo arde.
Misionero- ¡Y seguirás ardiendo Satanás!
Mantis- Me agacho para usted y muevo mi cuerpo como una puta serpiente que quiere ser apareada. Vea mis nalgas, redondas, blancas; vea que carnosas y duras son. Soy una niña muy puta y necesito que usted se divierta inspeccionando este pequeño hoyo que comienzo a abrir. Vea como lo recubren dos grandes murallas –se acerca a la cara del misionero- vea como hay algo que palpita en mi carne ¿lo escucha, lo huele? Es el olor del sexo prohibido ¿No le gusta lo prohibido misionero? Le voy a amostrar el ojo del Diablo.
Misionero- Lucifer, deja en paz a esta inocente criatura…
Mantis- Sí, soy tan inocente, soy una niña tentada por el fuego del placer, chupe misionero, sienta mi culo en su boca, en su nariz, me restriego en usted, en su cara, tiene este culo en su cara y sabe, está sucio, quiero que lo limpie, ande, ande, limpie este culo palpitante; hágalo mientras contoneo mi carne en su rostro. ¿Le gusta misionero? Ahora me alejo para que lo contemple ¿Quiere ver brincar mis tetas? son más grandes que sus dos manos juntas. Voy a ahogarlo entre ellas, entre mis ubres. Tenga esto, lo golpeo con ellas y ahora le toca a mis nalgas empujarlo… clave su cara ahí, encaje su rostro, busque mi ano, lama hasta el intestino, tal vez encuentre una sorpresa ¿Le gusta la mierda misionero? Si usted me lo pide, si usted me lo pide cago frente a… ¡Maldito! ¡Maldito! ¡Su pedazo de carne no se altera en lo mínimo! –lo atrapa con la boca durante largo tiempo-
Misionero- Padre nuestro que estás en los cielos. Santificado, sea tu nombre. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación. Líbranos del mal…
Mantis- Su porquería no sirve, es eso, es eso, no se para, está atrofiado. Conozco a los de su especie.
Misionero- La tentación está lejos de mí.
Sonia- Y en poco tiempo el amanecer iluminará.
Mantis- ¡Tú calla, puta de mierda! Me desquitaré contigo entonces. Eso haré misionero, vea como su hija es sacrificada, ella pagará lo que usted es incapaz de hacer, de padecer, de otorgar. ¡La extasiaré hasta matarla!
Misionero- Detente, el acuerdo fue entre tú y yo, deja a Sonia tranquila.
Mantis- Que Sonia aguante hasta el amanecer, en su lugar.
Sonia- Puedo hacerlo Misionero, yo lo protegeré.
Mantis- ¡Ven acá! –la tira sobre la tierra- ¿Con que aguantarás? Toma esto, siente el maldito aliento del misionero en mi culo. ¡Haz lo que él no hizo! ¡Hazlo puta! ¡Hazlo fuerte!
Misionero- Dios mío ¿Por qué?
Mantis- Cada día crecen más tus tetas Sonia, quiero ver si ya tienes pelos –la desnuda- putita, eres una peluda, ya estás para coger. Quiero desvirgarte con algo muy grande. -camina y se pierde de la vista-.
Misionero- Sonia, ¿Estás bien?
Sonia- Lo estoy misionero ¿Usted?
Misionero- Desátame ahora.
Sonia- Pero si Mantis llega…
Misionero- Hazlo ya, de prisa.
Sonia- Podemos aguantar misionero, en poco tiempo llega la luz del sol.
Misionero- No quiero que Mantis te haga daño.
Sonia- Puedo aguantarlo todo por usted, yo creo en usted Misionero, y si Mantis descubre que la engañamos…
Misionero- Hija mía, no hagas esto, no soy capaz de presenciarlo.
Sonia- Usted me da fuerza, usted resistió hace unos momentos a Mantis.
Misionero- Sí, pero yo lejos estoy de padecer, sin embargo ella arremeterá sobre tu cuerpo con violencia, estoy seguro.
Sonia- Puedo soportar todas las torturas y todas las penas, lo haré por usted Misionero.
-Llega Mantis-
Mantis- ¡Ah, siguen aquí! Quería ir de cacería. Estuve pensando, creo que el Misionero ha olvidado cómo excitarse.
Sonia- Haz lo que quieras conmigo Mantis, ya no te tengo miedo.
Mantis- ¿Ya no le temes a mi muerte, a qué este imbécil sea capaz de hacerme daño?
Sonia- Es un hombre bueno, no quise liberarlo porque quiero que tú misma te des cuenta de tu impotencia.
Mantis- Voy a penetrarte ramera, te desvirgaré frente al misionero, te causaré dolor ante sus ojos, mira bien este puño, pronto se perderá en tus entrañas.
Misionero- ¡Déjala ya! ¡Detente!
Mantis- Mire como la abro poco a poco ¿quiere escupirle a mi mano?
Misionero- No más, ya no más, por favor…
Mantis- Es estrecha, aunque esta extremidad es más grande que todo miembro, y conocí algunos monstruos. Mi brazo es una gran polla.
Misionero- Dios, manifiéstate por favor, no abandones a tu hija, yo soy quien debe ser sacrificado…
Mantis- Deje de pedir al viento y huela, ella lo disfruta, huela, le gusta que usted esté presente, le gusta ser el sacrificio. Que mejor condena que la concupiscencia del sacrificio. Esta perra aprende el juego del placer, sabe que tiene poder sobre nosotros, sobre su jodido Dios. Ella impone su voluntad en sacrificio porque se le escurre en el deseo de estar por encima de todo. Quiere ser más poderosa que usted, más poderosa que yo. Mire como la parto y como la sangro, es por usted, ella lo hace por usted.
Misionero- Sonia, no…
Mantis- Ella es tan cerda como el misionero, le excita contener, se hincha por el goce de aguantar. Ambos son más perversos que yo, ambos están que revientan. ¿Quiere follarla misionero, quiere terminar el trabajo?
Misionero- ¡Basta, no!
Mantis- Sonia, sigues tan callada, ¿sientes la mirada obscena del misionero en tu sexo pululante? ¿Te gustaría que él te tocara?
Misionero- Aguanta Sonia, tu sacrificio es como el mío, yo también sufro…
Mantis- Usted no tiene un brazo en el culo, no sea injusto con ella. Pero qué veo ahí misionero ¡Tiene una tremenda erección!
Sonia- ¡Ah!
Mantis- Par de perversos, todo este tiempo se han resistido. Que buen trozo tiene ahí, seguro ni lo reconoce misionero… ya viste Sonia, lo que has provocado en tu adorable misionero.
Sonia- ¡Ah!
Mantis- Misionero vea esto, vea como saco mi gran falo… este lugar es para usted ¿Le gustaría?
Misionero- Sonia, no…
Sonia- Misionero, ayúdeme, sálveme…
Mantis- Venga Misionero, sálvela, cúrela… ella lo necesita, sólo usted puede redimirla.
Misionero- Sonia, Sonia…
Mantis- Que dicha, creo que he consagrado una bella comunión... pero no, ahora la volteo, vea su culo, su pequeño culo, el mío es mejor, pero segura estoy que prefiere este.
Misionero- ¡Ah!
Mantis- ¿Quiere lamerlo como lo hago yo? ¿Quiere jugar como lo hago yo?
Misionero- ¡Ah!
Mantis- Deje de gritar como loco y pídame que lo suelte.
Sonia- ¡No!
Mantis- ¿No quieres probar el poder que despiertas Sonia? ¿No quieres aplacar ese tremendo falo? Sólo tú puedes hacerlo. Imagina, ese pobre Diablo, sin emociones, dominando sus deseos, sometiendo su Naturaleza; de entre tantos coños y tantos culos, es el tuyo el que lo vuelve loco, sólo eres tú, eres más que todas las hembras y putas en el mundo; eres más que yo que soy una cazadora del deseo. Tienes frente a ti a la gran verga de Dios, ¿no eres capaz de convertirla en la verga del Diablo? El pobre no aguanta, míralo, se retuerce, escurre saliva, tiene hambre de ti, quiere comerte.
Sonia- ¡Mantis, Mantis, Mantis, Ay Mantis!
Mantis- Si hermanita, lo sé, pero él debe pedirlo.
Sonia- Mantis, por favor Mantis, ya no hagas esto, no sigas haciendo esto…
Mantis- Lo sé pequeña, es difícil, es imposible oponerse a la naturaleza.
Sonia- Mantis, no aguanto verlo así, por favor Mantis, no quiero verlo sufrir así.
Mantis- Eres toda una puta, una verdadera puta. Esa compasión es maravillosa, ese deseo disfrazado de dolor. Sabes que le gusta ¿no es así?
Sonia- Mantis ya, detén esto, ya no puede hablar, se va…
Mantis- Debe hacerlo, debe liberarse de sí mismo. Habla Misionero, habla. ¿Qué quieres Misionero? ¿Usarás esa verga en mi hermana? Ella te necesita.
Sonia- Misionero, ayúdeme, por favor, ayúdeme, lo necesito, lo necesito, lo necesito, ayúdeme y perdóneme, perdóneme misionero, perdone pero lo necesito, lo quiero aquí, quiero que me coja duro, quiero sentirlo dentro, quiero vaciar ese tremendo deseo que lo quema y castiga, venga, venga aquí, yo lo curaré, en mí estará su perdón, su descanso…
Misionero- ¡Quiero ir a ti! ¡Libérame ya! ¡Suéltame! ¡Quiero follarte! ¡Quiero quedarme pegado a ti! ¡Quiero destrozarte! ¡Libérame, maldita puta! ¡Hazlo!
Mantis- ¡Que amor más puro!
Mantis libera al misionero y este se arroja salvajemente sobre Sonia
Misionero- Querías provocarme todo este tiempo, no es así puta. Querías volverme loco, desde el inicio lo querías.
Sonia- Más, más, más, todo, más, por favor…
Misionero- Quiero comerte viva, deseo comerte viva…
Sonia- Hágalo, soy suya, de nadie más, sólo suya, cómame, aliméntese de mí, llene sus entrañas como ahora usted llena las mías.
Misionero- Quiero comerte completa, no dejar nada, completa, quiero comerme todo de ti, todo, no dejar nada a nadie, que seas mía por siempre.
Sonia- Coma, trágueme, devore mi cuerpo, arranque cada pedazo, quiero estar dentro suyo, quiero que me digiera y me haga mierda después…
Misionero- Y te vuelvo a comer…
Mantis- No hay amor más grande que aquél que se lleva en las entrañas.


Llegó el amanecer, un cuerpo cubierto de sangre. La hermana mayor enjuga las heridas de la pequeña. El Misionero, en silencio, cubre su cuerpo, observa a las dos mujeres y continúa su caminata.





La sombra de Prometeo

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