Donde habitan las brujas


Donde habitan las brujas es en el cuento, en el rumor, en la ficción que genera terror, pánico a partir de incertidumbre. Nadie sabe a ciencia cierta quién es la bruja, ésta, sólo aparece, repentina, en la sombra, en la oscuridad de la noche, en la carencia de luz. De día se esconde, finge, pudiendo ser quién sea, la madre, la abuela, la mujer.

Hay que temerle, porque no vacila ni juega, blasfema, embruja, embelesa y seduce con autoridad. Hereje persuade, manda en el male dictus, en la contradicción, porque la brujería no se entiende, no es entendimiento sino práctica oculta, execrar desviado, logofobia, ceguera impuesta en credo que veja, buscando violar lo casto, robar lo propio.

Insatisfecha maleficae transgrede, se siente reprimida, coartada, suprimida pero sobre todo lujuriosa. Por eso es resistencia, rebelión de animales castrados en celo. Moviéndose entre lo profano y lo sacro rompe con lo establecido determinado. Rendida al falo, a lo dejado de lado, a lo faltante. Trata con Satán cediendo cuerpo y alma, porque rendirse ante el demonio es rendirse al cuerpo, a las urgencias negadas del mismo, a lo negado interno. Pactando con él una fidelidad inquebrantable a riesgo incluso de la hoguera. Renuncia plena a la cultura por el culto.

Afirmase puta, la más grande, exiliada del hogar, permanece en el hogar, lleva el pecado en el pecho, seno marchito, desertor pues es madre negada que envenena el calostro, rapta infantes y se los come. Es entonces cuando se exige su captura, cuando la magia se densa y en la más intensa negrura mata.

Comienza la caza de brujas, con el éxito asegurado, porque no hay mejor método de atrapar imaginarios que fabricar confesos, pudiendo ser quién sea se puede atrapar a cualquiera, no importa, es culpable.

Sentenciada cumple la condena, la vemos arder, convenciéndonos de su existencia, de que habitó en nuestra comunidad. Sentimos que nos devuelve la mirada, admitiéndose, reconociéndose. Hemos gestado brujas, las concretamos y logran que nos miremos brujas entre nosotros, excepto en el espejo.

La realización de la bruja se convierte ahora en guardia, celadora de nuevos altares, altares alternos, desviados, perversos, los preserva gracias a la enemistad y el terror, secuestrando, mutilando, matando y devorándonos, demostrándonos lo peligroso de aquello que suponemos encerrado en el cuento y el rumor, haciéndonos partícipes de la brujería a diario en la pesada materialidad.
Por Schava

La sombra de Prometeo

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