Los filosofastros y el nobel de literatura

Eduardo Ruiz





“Ni tengo una voz bonita, ni canto bonito, ni quiero hacerlo”
Bob Dylan

La forma más sencilla de comenzar un escrito es siempre con una cita, ayuda a desviar la atención inicial, más cuando el título es bastante aburrido y el contenido de poco interés. No es el caso ahora, pero siempre es bueno dar algún consejo. Si el tema es divertido, no es necesario iniciar con una pregunta, pero sí respondiendo.

Existen dos tipos de posturas, mejor aún, reacciones del público, ante la entrega del nobel de literatura a Bob Dylan. La primera de ellas alude a un grupo que se encuentra inconforme con el valor otorgado al trabajo intelectual, pues parecen exigir el reconocimiento genuino de los grandes literatos, curiosamente estos agentes reaccionarios, no pertenecen a ningún circulo exclusivo, mucho menos a una aristocracia capaz de definir el buen gusto, pues hoy en día ¿qué es el gusto? Sin embargo la indignación impera. Se considera una ofensa contra el arte, el pensamiento, la cultura; se levantan voces sorprendidas por el afortunado ganador del nobel: un rockero de hace tres generaciones, hippie y drogo, de poesía paupérrima y vulgar. No hay duda, los indignados, que son, en su mayor parte “eruditos”, “doctos” y profetas culturales, se sienten violados y, prácticamente tienen razón, les han violado la letrada alma, desde la “A” hasta la “Z”.


Un segundo grupo, aplaude y agradece que la cultura baje del pedestal y se mezcle con el pueblo, que suene en las plazas públicas, que la letra sea poesía y la música literatura. ¿Quién dentro de la cultura estadounidense desconoce a Bob Dylan? Precisamente el proyecto cultural se ha cumplido, las artes y las ciencias han llegado, justamente, a todas partes. No debe haber sorpresa, mucho menos inconformidad. Lo curioso es que el primer grupo siempre se ha pronunciado a favor de todo lo progresista y libertario, no hace mucho se indignaron cuando un intelectualoide etiquetó de “naco” al “Divo” que todos conocen. Ese mismo grupo, repleto de petulantes y pretenciosos -siempre alertas ante lo que es excluyente e incorrecto- hoy se indigna porque Bob Dylan fue galardonado con el nobel de literatura, cuando deberían de festejar otra conquista: la de romper con la tradición conservadora de la academia sueca. Es parte de la bandera posmoderna, no hay sorpresa, todo es posible bajo el nuevo sol; sin embargo -¿Quién comprende a estos filosofastros?- Deberían de aplaudir, ahora hay mayor oportunidad de ganar algún premio de literatura, ya no es necesario compararse con Borges sino con Bob. 


La sombra de Prometeo

No hay comentarios:

Publicar un comentario