“Ni tengo una voz bonita, ni canto bonito, ni quiero hacerlo”
Bob Dylan
La forma más sencilla de comenzar un escrito es siempre
con una cita, ayuda a desviar la atención inicial, más cuando el título es
bastante aburrido y el contenido de poco interés. No es el caso ahora, pero
siempre es bueno dar algún consejo. Si el tema es divertido, no es necesario
iniciar con una pregunta, pero sí respondiendo.
Existen dos tipos de posturas, mejor aún, reacciones del
público, ante la entrega del nobel de literatura a Bob Dylan. La primera de
ellas alude a un grupo que se encuentra inconforme con el valor otorgado al trabajo
intelectual, pues parecen exigir el reconocimiento genuino de los grandes
literatos, curiosamente estos agentes reaccionarios, no pertenecen a ningún
circulo exclusivo, mucho menos a una aristocracia capaz de definir el buen
gusto, pues hoy en día ¿qué es el gusto? Sin embargo la indignación impera. Se
considera una ofensa contra el arte, el pensamiento, la cultura; se levantan
voces sorprendidas por el afortunado ganador del nobel: un rockero de hace tres
generaciones, hippie y drogo, de poesía paupérrima y vulgar. No hay duda, los
indignados, que son, en su mayor parte “eruditos”, “doctos” y profetas
culturales, se sienten violados y, prácticamente tienen razón, les han violado la
letrada alma, desde la “A” hasta la “Z”.
Un segundo grupo, aplaude y agradece que la cultura baje
del pedestal y se mezcle con el pueblo, que suene en las plazas públicas, que
la letra sea poesía y la música literatura. ¿Quién dentro de la cultura
estadounidense desconoce a Bob Dylan? Precisamente el proyecto cultural se ha
cumplido, las artes y las ciencias han llegado, justamente, a todas partes. No
debe haber sorpresa, mucho menos inconformidad. Lo curioso es que el primer
grupo siempre se ha pronunciado a favor de todo lo progresista y libertario, no
hace mucho se indignaron cuando un intelectualoide etiquetó de “naco” al “Divo”
que todos conocen. Ese mismo grupo, repleto de petulantes y pretenciosos -siempre
alertas ante lo que es excluyente e incorrecto- hoy se indigna porque Bob
Dylan fue galardonado con el nobel de literatura, cuando deberían de festejar
otra conquista: la de romper con la tradición conservadora de la academia sueca.
Es parte de la bandera posmoderna, no hay sorpresa, todo es posible bajo el
nuevo sol; sin embargo -¿Quién comprende a estos filosofastros?- Deberían de
aplaudir, ahora hay mayor oportunidad de ganar algún premio de literatura, ya
no es necesario compararse con Borges sino con Bob.
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