Verdad, bendita palabra que nos consuela de la muerte. Dios,
religión, ciencia, fanatismo, los mismos principios: una verdad que da razón y
solución a un mundo irracional y problemático. La verdad en el mundo es reflejo
de la figura del hombre, toda verdad es humana, una verdad no-humana es impensable.
La religión daba solución a nuestras vidas, todo estaba ya dicho, sólo debíamos
actuar según las reglas mandadas por un ser perfecto, no había error si
obedecíamos. Ahora la religión ha decaído, los dioses han sido negados ante la
guerra, el hambre, la destrucción y la desilusión del progreso. Se ha cambiado
de verdad pero no de necesidad de verdad. “¡Santa ciencia que todo lo podrá
explicar, ayúdanos!”, piensan los fanáticos.
Se han cambiado las sotanas por las
batas, las exégesis religiosas por los papers científicos, los ángeles por los
alienígenas, el origen divino del universo por un origen material racional. Los
santos son ahora los científicos encumbrados y los popes son los ideológos de
la ciencia. Los fanáticos defienden su verdad “racional” como los inquisidores
la fe. Hereje, hereje si eres ateo o si eres acientífico, si eres apolítico, si
vas contra la cultura de moda; eres un exiliado, un extranjero, un apestado que
hiere los valores confortables de la democracia-globalizada. Todos son iguales,
todos deben pensar igual, si eres diferente eres un disidente, un diablo, un
demonio, un anarquista, eres el mal a erradicar, porque ellos no ven en la crítica la posibilidad de la diferencia, esa
riqueza que nos hace únicos.
Black Isaak
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