Kasparov y la partida mundial

Eduardo Ruiz


Cada movimiento en el juego del ajedrez representa una decisión. Esto implica asumir la responsabilidad inmediata de las posibles consecuencias desde el primer momento. Tal escenario también nos arroja a la incertidumbre, a lo “inesperado”, al sin fin de posibilidades, por lo que la voluntad debe imponerse a la voluntad del rival, pues, finalmente, el ajedrez, como la vida, es una lucha de fuerzas. Tal analogía puede emplearse a las decisiones cotidianas, aquellas que forman cada parte del día que vivimos, pues cada momento implica el acto constante de elegir y no sabemos hasta qué punto aquellas pequeñas elecciones pueden determinar el rumbo de nuestro destino. Hay que saberlo, hacer los movimientos necesarios para enfrentar el desafío.

Tal comparación, entre ajedrez y vida, significó el objetivo del “Congreso activo de ajedrez para el desarrollo humano”, que se desarrolló en la zona cultural de la UNAM del 27 al 30 de octubre del 2016. Este congreso contó con diferentes ponencias y seminarios que expusieron la idea del ajedrez como una herramienta capaz de fortalecer las facultades cognitivas, pero también de mejorar problemas de índole social, como la educación, la planeación, la responsabilidad y el compromiso consigo mismo. Se expuso también el uso del ajedrez como terapia de rehabilitación en los centros de “corrección social”. El congreso contó también con actividades recreativas: un torneo abierto al público y otro donde participaron distinguidos maestros latinoamericanos, done el peruano Julio Granda se impuso como triunfador; sin embargo, no hay duda, la presencia de Garry Kasparov causó gran revuelo y expectativa, pues el día 28 de octubre presentó una ponencia magistral en la carpa principal del evento.  

 El antiguo campeón ruso –posiblemente el mejor de la historia- habló sobre la “Fundación Kasparov de Ajedrez”, la cual tiene los retos de establecer, en todos los continentes y países del mundo, el ajedrez como un sistema de educación que funcione coordinadamente con el aprendizaje y desarrollo académico. Más allá de tales proyectos “humanistas” señalados en la ponencia, deseo mencionar algunos elementos que nos hablan, no del filántropo y político, sino de Kasparov, el ajedrecista.

Inicio con la rivalidad que suele hacerse entre él y el actual campeón Magnus Carlsen. Kasparov mencionó que no es posible realizar comparaciones –aunque éstas son necesarias- pues cada jugador de ajedrez tiene impacto en una era diferente, la cual sólo se puede medir con los hombres de su tiempo. No hay intempestivos para Kasparov, la grandeza de un campeón se expresa en relación a los rivales con los que expresa su fuerza, mencionó el caso de Fischer, quien fue dominante pero efímero, o el suyo, que perduró notablemente pero seguido de cerca por su gran rival Karpov. Magnus es un gran campeón pero está a prueba con su propio tiempo. Señaló que cuando él se retiraba (41 años) del ajedrez Magnus arribaba a la escena, por lo cual no es medible o comparable –recordemos que Kasparov derrota a Magnus cuando éste tenía apenas 13 años-; sin embargo dijo que los nuevos ajedrecistas tienen la ventaja de estudiar y aprender de los antiguos, por lo que es su obligación superarles.
Al hablar sobre la incorporación del ajedrez a las olimpiadas, Kasparov fue muy claro, esto no le favorece al ajedrez, pues el torneo mundial incluye a 175 de 193 países (reconocidos por la ONU) mientras que las olimpiadas crearían una especie de monopolio de los posibles campeones. Sobre el mismo tema señaló que el primer campeón mundial de ajedrez surgió en el año de 1886 y hasta el año actual han existido solamente 22 campeones en la historia, lo cual indica la hegemonía y la antigüedad de esta tradición que no requiere en absoluto de los juegos olímpicos, ya que muy al contrario de beneficiarse de esta proyección mediática (la cual considera además utópica) limitaría en gran medida al ajedrez.

Por otra parte habló de la importancia y los objetivos de la “Fundación Kasparov” al integrar e incluir al ajedrez dentro de un orden mundial. Tal aproximación, es, quizá, una visión propia de la realidad globalizada, la cual busca involucrarse dentro de todas las posibilidades existentes. Curiosamente, el antiguo campeón soviético, ruso y también croata, representó en sus duelos (años 80’s y 90’s) contra Karpov, la lucha de la transición del antiguo orden político de la desaparecida URSS. No son extrañas las sátiras y comentarios realizados por Kasparov hacia Karpov, al decir, en aquellos años, que tenía un juego antiguo y anticuado, mientras que él, representaba el porvenir de una nueva era, lo cual refleja la tensión política de aquél entonces. Indudable la vinculación del ajedrez con la guerra y con la política. Precisamente Kasparov señala que el dominio de la URSS en el ajedrez desde los años 40`s a los 90`s fue el resultado de una imposición del Estado para exaltar el poderío de la inteligencia soviética frente al mundo. Lo cual es una representación del ajedrez y la cultura en un momento histórico, con sus fines e intereses. El ajedrez surge en la India con una concepción muy propia, posteriormente viaja a Asia, Medio Oriente y finalmente a Europa. En cada parte donde fue acogido desarrolló distintas representaciones jerárquicas y simbólicas, propias de su tiempo; no es el mismo ajedrez el que se practica en la India, el que llegó a China, a Japón, a Irán, a Arabia o a España, sin embargo todos corresponden a una misma esencia, señaló Kasparov. 

Concluye así su participación y presencia en el “Congreso activo para el desarrollo humano”, el cual se realizó en conjunto con la “Fundación Kasparov de ajedrez para Iberoamérica" y la UNAM.





La sombra de Prometeo

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