Pequeños psicópatas
Niños asesinos
E. R.
El 18 de enero del 2017 un estudiante de 15 años de edad
disparó contra compañeros y maestra dentro de un salón de clases, el saldo: una
bala en la cabeza en tres víctimas, un herido en el brazo y el suicidio del propio agresor. El hecho
ocurrió en Monterrey.
Tal suceso levantó polémica y discusión, por una parte no
se hace esperar el discurso “correcto”, el que dice que el asesino fue víctima
del mundo, de la normalización de la violencia del país, del ejemplo de
políticos corruptos, del padecimiento de “bulliyng” por parte de los malvados y
abusivos compañeros; sin embargo, otro rostro se oculta en las redes, en el
mundo virtual y las comunidades digitales: clanes o sectas de inadaptados que
buscan un espacio, una pequeña pasarela pública para hacer sentir al “usuario”
que existe en este mundo, que “es”
dentro de una red social.
Considero necesario proponer otra perspectiva, la cual ha
sido minimizada por los medios, por la corrección política y por la exaltación
dogmática e inquisitorial de los DDHH, me refiero al estado mental del agresor,
al cual se le atribuye una simple depresión. ¿Acaso todos los deprimidos son
asesinos? ¿Acaso una depresión no tratada puede llevar a cometer un crimen de
tal magnitud? ¿No es acaso ésta la conducta propia de sociópatas y psicópatas,
los cuales comparten rasgos de personalidad muy característicos, tales como la crueldad, la osadía y el deseo
de muerte?
Un psicópata es considerado un enfermo mental, el cual
está imposibilitado para lograr empatía y experimentar remordimientos en la
realización de cualquier acto de crueldad. El psicópata crea una valoración de
comportamiento propia, sin embargo, la distancia moral y ética que experimenta
con otras personas, no lo convierten en un ignorante de éstas normas, pues es
bastante suspicaz para adaptar su comportamiento al interactuar con las
personas de su entorno, es decir, tiene la capacidad de pasar inadvertido
dentro de la sociedad; sin embargo no hay que reducir a que todo psicópata es
un asesino, pero sí a que la mayoría de los asesinos poseen características
propias de los psicópatas o de sociópatas. Generalmente estos trastornos suelen
entenderse como sinónimos, sin embargo, si bien poseen rasgos en común, existen
diferencias determinantes, las cuales son estudiadas por la comunidad
psiquiátrica.
La sociopatía es un trastorno que puede ser congénito o
adquirido; la psicopatía generalmente es considerada una combinación de desbalances
genéticos y químicos. Los psicópatas carecen de estructuras neurológicas para
desarrollar empatía con otros seres, es decir, no existe una relación normativa
en la conducta social. Distinguir las nociones de “bueno” y “malo”, está fuera
de posibilidad, aún cuando pretendan identificarlas y corresponderlas. Por su
parte los sociópatas interactúan en ambos mundos, pero sus parámetros morales
están desajustados. Según la comunidad psiquiátrica, los sociópatas pueden ser
reintegrados a la sociedad, mientras que con los psicópatas hay pocas
posibilidades.
Sociópatas y psicópatas son difíciles de identificar en
un grupo social. Llegan a ser encantadores o de apariencia inofensiva, a pesar
de que ellos mismos sean incapaces de generar empatía real. Una de las
principales diferencias entre ambos, es que los sociópatas suelen aislarse del
mundo y del entorno social, mientras que un psicópata sobrepasa la línea de lo
“permisible” al incurrir en actos de crueldad con más frecuencia que un
sociópata. Al parecer el psicópata busca con frecuencia experiencias
“intensas”, por ello fantasea con la experiencia del homicidio de manera
constante. Los psicópatas no muestran remordimientos por sus actos, son capaces
de cometer crímenes sumamente crueles con total frialdad y sin temblor en las
manos. Anhelan el control y la satisfacción de sus impulsos en el momento de
actuar. Una explicación para estos trastornos es la identificación de lesiones
en sectores cerebrales vinculados a las percepciones del miedo y del juicio.
Por su parte los sociópatas, que también poseen lesiones
en diversas regiones cerebrales, el entorno social y la educación pueden
influir a que el niño desarrolle el trastorno.
Es importante señalar que el componente asocial es
engañoso, no es necesariamente una regla; la apariencia exterior del sujeto
puede representar honradez, sinceridad o bondad, pese a ello el sociópata es a
menudo un mentiroso patológico, es manipulador y carece de la capacidad para
juzgar de manera objetiva y racional una acción moral, pero no por la carencia
de ésta, sino porque sus parámetros de conducta no están bien definidos.
Generalmente los sociópatas se confunden al identificar los actos del “otro”,
el detalle de un gesto, el tono de voz, una risa involuntaria, pueden detonar
una serie de fragilidades y confusiones emocionales que impiden el
reconocimiento de las valoraciones de “bueno-malo”. Se estima que estos
componentes son tanto sociales como neurológicos.
Lo anterior explica que tanto la psicopatía como la
sociopatía se conforman por la consecuencia de un daño en la función cognitiva,
sin embargo ambos difieren en su capacidad de acción. Los psicópatas al carecer
de sensación y sentimiento de culpa pueden cometer actos violentos a sangre
fría, lo que los hace más audaces; mientras que no necesariamente sucede lo
mismo con el sociópata. Los psicópatas no tienen un sentido empático del bien y
del mal; el sociópata sí, aunque este se encuentra desbalanceado. Ambos son
igualmente capaces de causar daños y arruinar otras vidas; ambos poseen la
capacidad destructora, además de realizar actos perversos, crueles y aberrantes
y, después de hacerlos, pueden sentarse a tomar té o mirar un programa de
televisión.
Es complejo determinar la existencia de niños con
psicopatías, esto porque el desarrollo cerebral y de personalidad está en pleno
proceso; pese a ello, es innegable la afirmación de la existencia de niños
criminales.
Tal parece que existe la ingenua idea de que no hay niños
malos, que todo niño es puro, que la maldad es propia de los adultos y las
perversiones que éstos exhiben; que los niños siempre son y han de ser víctimas
de circunstancias que no pueden controlar. Estos supuestos no permiten pensar
el acto frío, perverso y calculado por la mente distorsionada de un adolescente
de 15 años de edad.
Hay muchos casos en donde niños psicópatas han cometido
crímenes, asesinatos y actos sumamente violentos; actos solitarios y en
maquinación con otros perturbados, que bien pueden compararse a los crímenes
premeditados por adultos. Muchos de estos infantes asesinos se han visto
favorecidos, precisamente, por su minoría de edad, han sido protegidos por las
autoridades judiciales al salir de los “centros de corrección”, y muchos han
vuelto a estar involucrados en actos violentos. Muchos de ellos, en México, son
enviados a centros normativos de conductas violentas. No importa si el crimen
corresponde a un asesinato, la condena se paga en unos cuantos años de
rehabilitación; en caso de tener entre 16 ó 17 años, se establece un juicio
valorativo para ser juzgados como adultos, esto depende del crimen cometido,
sin embargo, su cuota de castigo dentro de una cárcel para adultos llega a
tener una duración menor en comparación a la de un criminal que cuente con los
18 años.
La dificultad para determinar la psicopatía de un niño o
adolescente, como se ha dicho, es compleja y polémica, mientras tanto los
crímenes y asesinatos perpetuados por menores sigue en constante crecimiento,
al grado de llevar a las tribunas el debate sobre la reducción del parámetro de
imputación legal a menores de edad. Los Derechos Humanos juegan un papel
importante en estas discusiones, pues se antepone, antes que anda, la
integridad del menor, sin detenerse a analizar el caso particular del
individuo. Esto significa que antes de saber si el infante asesinó a cien
personas, éste infante tiene el derecho a no ser procesado de forma inmediata, además
de que no puede ser encarcelado y, en el caso que así lo amerite, la condena se
extiende hasta que cumpla la mayoría de edad.
Los pequeños psicópatas han existido a lo largo de la
historia, el prejuicio y sensibilidad contemporánea parecen influir en el no-reconocimiento
de su peligro, hoy, el caso de “Fede” Guevara lo demuestra, los medios de
comunicación y gran parte de las redes sociales, así como las autoridades
mismas, lo han convertido en una víctima, en un niño triste y solitario que
padeció el rechazo de sus amigos, el descuido de los padres, los problemas de
socialización, los video juegos, el constante paso en diferentes colegios por
problemas de conducta. Tal parece que se evade la posibilidad de una deformidad
mental.
Es necesario reconocer la existencia de niños psicópatas,
los cuales pueden desarrollar conductas que atenten contra la vida de otras
personas, lo que los convierte en una amenaza irremediable si no se desprende
el sentimentalismo y el prejuicio de que todo niño es bueno, que en ningún niño
es posible la maldad. Hay que canalizar a esos enfermos mentales y reconocerlos
como un peligro, no importa si cuentan con 5 ó 17 años. Es necesario buscar
formas de control más allá de los estándares de la debilidad moral que
establecen los DDHH; si lo sacrificable no es una moneda de uso, bien puede
considerarse el adiestramiento para tareas sociales o de milicia de bajo rango,
o exhibir condenas ejemplares. Si no se logra reivindicar su pulsión de muerte
lo remediable es el deshecho social.
Algunos
casos de niños asesinos
Chihuahua,
México. Cinco niños, entre 11 y 15
años, acabaron con la vida de Cristopher Márquez. Según la Fiscalía de
Chihuahua tres varones y dos mujeres invitaron al niño de seis años a jugar “al
secuestro” en un paraje cercano. Ahí lo amordazaron y torturaron hasta dejarlo
severamente herido, incluso le sacaron los ojos y cortaron los labios. Fue
entonces que decidieron asesinarlo por ahorcamiento y luego lo apuñalaron 23
veces en la espalda. Como si se tratara de sicarios profesionales, los
adolescentes cavaron una fosa donde lo enterraron y pusieron encima un perro
muerto para disimular los olores.
La ley en México no prevé sanciones de privación de la
libertad para niños, así que sólo dos de los asesinos que tienen 15 años estarán
sujetos a una condena en algún titular de menores, los otros tres cuya edad
oscila entre 11 y 13, recibirán apoyo psicológico.
El niño
sicario, “El ponchis” (11 años). Este
niño de apenas 11 años de edad lideraba a un grupo de asesinos que trabajan
para el Cártel de Pacífico (su pago correspondía a 3 mil dólares por servicio).
"El Ponchis", tenía la costumbre de filmar y fotografiar los
homicidios que cometía y publicarlos en Internet, es considerado uno de los
asesinos más sádicos y sangrientos del cártel. "El Ponchis" trabaja
bajo las ordenes de Julio Jesús Radilla. Su principal función es acabar con los
enemigos de Radilla. Los torturaba, los degollaba y dejaba los cuerpos tirados
en las carreteras a las afueras del municipio de Jiutepec, en la ciudad de
Cuernavaca. Al momento de su detención en su intento fallido de huida, "El
Ponchis" estaba acompañado por su hermana Elizabeth de 19 años.
Actualmente, tanto Elizabeth como su otra hermana mayor Lina están recluidas en
el penal de Atlacholoaya purgando condenas por delitos federales. El Ponchis,
detenido en 2010 a los 14 años quedó libre a siete días de cumplir una condena
de tres años en un centro de menores por homicidio; otros delitos cometidos: posesión
ilegal de drogas, portación de arma de uso exclusivo del Ejército y asociación
delictuosa. El 26 de noviembre de 2013 fue deportado a San Diego, California,
de donde era originario. El Ponchis está libre.
Ciudad de
México. Un menor de edad (17 años)
mutiló y asesinó a tres hombres por considerar que miraban morbosamente a su
novia. El menor cercenó los cuerpos de sus víctimas y los abandonó en un
terreno baldío de la delegación Milpa Alta, en el sur de Ciudad de México. A
todos les cortó las manos y orejas. Luego abandonó los cuerpos en otro terreno
baldío, junto al centro deportivo del barrio. De acuerdo con la Ley Nacional
del Sistema Integral de Justicia para Adolescentes, el menor puede recibir una
sentencia máxima de cinco años de prisión. Algunos periodistas preguntaron a la
fiscal Margarita Maguey por qué el adolescente cortó las orejas de sus
víctimas. "La pareja sentimental
dice que eran para que no escucharan", respondió. "Es algo que no entendemos".
Buenos Aires
Argentina (hermanos de 7 y 9 años de edad). Milagros Belizan, de 2 años, salió de su casa, un
asentamiento de viviendas precarias en el barrio San José de la localidad de
Almirante Brown, al sur de Buenos Aires. Luego de buscarla durante algunas
horas, su familia la halló en un terreno baldío a 12 cuadras de su casa. Estaba
desnuda, de rodillas, con un cable de teléfono en el cuello y golpes en la
espalda y el rostro. Su ropa estaba tendida cerca del lugar, con manchas de
sangre. La autopsia reveló que había sido golpeada con una vara de madera y
luego asfixiada. Un día después, dos hermanos de 7 y 9 años, vecinos de la
niña, confesaron el crimen. "Se
inculparon uno a otro... Llaman la atención sus bajas tallas y sus cuerpos y
formas casi desnutridas, eso es lo que les hizo difícil ejecutar a la nena que
tuvo una agonía muy larga, porque a ellos les faltaba fuerza y la nena oponía
resistencia. Ahí podrían haber parado ese acto y, sin embargo, no lo hicieron",
señaló el juez del caso.
Maldonado,
Uruguay (Niños de 12 y 14 años). Estos dos
niños asesinaron a machetazos a otro de apenas 11 años de edad. La víctima y
sus asesinos habían salido a cazar pájaros en una zona boscosa. Una vez
llegados al lugar, uno de ellos lo tomó mientras el otro lo apuñaló varias
veces. Luego lo atacaron con un machete. El niño, aún con vida, logró liberarse
y tirarse dentro de un pozo, pero los niños de 12 y 14 años lograron que
volviera a salir con la promesa de que no le harían daño. Una vez afuera, lo
mataron. Luego de ser asesinado el niño fue arrojado a un aljibe de una tapera
abandonada en las inmediaciones del asentamiento “Mario Benedetti”. Los niños
de 12 y 14 años tras cometer el brutal asesinato, se fueron a jugar al fútbol.
José
Rabadán, España (16 años). El caso de
José Rabadán, más conocido como bajo el nombre de “el asesino de la katana”
estremeció a toda España en abril de 2000. Tenía apenas 16 años cuando asesinó
a su familia el 1 de abril de ese año. El menor acabó con la vida de sus padres
y de su hermana pequeña utilizando una catana, con la que les hizo más de 70
cortes. La niña tenía Síndrome de Down. La explicación que dio tras su
detención fue que "quería estar solo", y que su hermana no sufriera
más. Además, dijo que quería probar la "experiencia de matar". Al
joven le diagnosticaron psicosis epiléptica idiopática y cumplió siente años y
nueve meses de internamiento.
Iria y
Raquél (16 y 17 años). En el año
2000 Iria S.G y Raquel C.T, dos niñas de 16 y 17 años respectivamente,
asesinaron a su compañera de clase Clara García de 16 años. Los hechos
ocurrieron en San Fernando (Cádiz). Declararon que su intención era
"hacerse famosas". A pesar de que en el crimen participaron las dos
menores, Raquel fue el cerebro que ideó el asesinato. Ella tapó los ojos de la víctima
mientras que Iria acertó las 32 puñaladas. Quedaron en libertad tras cinco años
internadas.
Sergio (14
años). María Dolores, una joven de
la localidad barcelonesa de Ripollet, (España) fue asesinada por un compañero
de clase cuando apenas tenía 14 años. Los hechos ocurrieron en el años 2008,
cuando Sergio, con ayuda de un amigo, degolló a “Maores” (como era conocida)
con una navaja, el motivo de Sergio fue porque Maores colocó en internet un
vídeo en el que aparecía besándose con su asesino. Al parecer, el chico de 14
años tenía novia y no quería que viese el vídeo. Pasaron cinco años en un
centro de menores y en 2013 quedaron en libertad.
Narima,
Esther y Miriam (17 y 16 años). En Ceuta,
en el año 2001, Narima, de 17 años, y Esther y Miriam, de 16, asesinaron a un
joven repartidor. Colocaron un cable en mitad de la carretera con la intención
de asesinar a un ex novio de una de las jóvenes. Pero el repartidor acabo
siendo la víctima. Solo pasaron tres años en la cárcel.
Las devotas
de Slenderman (12 años). Dos niñas de
12 años apuñalaron a una amiga. La víctima fue encontrada moribunda y pidiendo
ayuda por un ciclista, en un lado del bosque. Las jóvenes fueron juzgadas como
adultas, siendo condenadas a 60 años de prisión por homicidio en Primer Grado.
El móvil del crimen fue apuñalar a su amiga como ofrenda para “Slenderman”, un
personaje ficticio de Internet.
Luuke
Whoodham (16 años). Su novia lo dejó, por lo que en medio de
la locura decidió apuñalar a su madre y con rifle en mano dirigirse a su
escuela. Allí mató a su exnovia y continuó su periplo matando a siete alumnos
más, hasta quedarse sin munición. Cuando fue a recargar fue detenido por el
subdirector del centro, y cuando fue condenado solo dijo “he hecho esto para
mostrar a la sociedad que si abusan de nosotros, contestaremos”, se refería a que
padecía de bulliyng. En el juicio alegó estar poseído por el demonio.
Jesse
Pomeroy (14 años). Este psicópata de
comienzos del siglo XIX secuestró y torturó a ocho niños, todos menores de 10
años. Tras ser condenado a estar en un reformatorio, salió por buena conducta.
Posteriormente mató a una niña de 11 años y otra de 4, acuchillándolos de forma
brutal. La frialdad que desprendió queda registrada en las palabras que dijo
cuando le preguntaron si era el asesino: “sí, supongo que lo hice, deténgame”.
Marcelo
Pesseghini (13 años). Sao Pablo,
Brasil. Este niño de 13 años asesinó a sus padres, abuela y tía. Según el
testimonio de uno de sus amigos, Marcelo fantaseaba con matar a sus padres por
la noche, irse a vivir a una casa abandonada y convertirse en un asesino a
sueldo. El pequeño psicópata cumplió su fantasía. Se dirigió a la habitación de
sus padres cuando escuchó que su madre se levantó al baño. El padre dormía
cuando recibió el disparo en la cabeza. La madre al regresar, alterada, se
inclinó para ver lo que sucedía con su esposo, fue en ese momento cuando recibió
un disparo en la nuca. Posteriormente Marcelo se dirigió al departamento donde
vivían su abuela y tía, el cual se encuentra en un conjunto habitacional
vecino. Al ingresar ejecutó a las dos
mujeres a sangre fría. Regresó a casa, permanecía un par de horas y tomó el
vehículo de la madre para dirigirse a su escuela (01:15), permaneció en el
interior del auto hasta las 6:30 para ingresar al colegio (todo esto fue
captado por cámaras de seguridad). En la maleta escolar portaba una pistola
calibre 35. Según la profesora y compañeros, Marcelo no presentó ninguna
conducta extraña o anormal. El papá de un amigo lo transportó a su domicilio,
pero antes de tocar el timbre del departamento, Marcelo le pidió no hacerlo
porque su padre dormía. Al ingresar a casa se colocó junto al lecho de sus
padres y se pegó un tiro en la cabeza.
Amarjeet
Sada (8 años). Amarjeet tenía ocho años
cuando fue arrestado en la India en junio del 2007. Fue acusado de haber matado
a tres bebés, dos de ellos de su familia. La primera de sus víctimas fue un
primo suyo que tenía seis meses de vida. Su segunda víctima, también primo
suyo, con menos de un año recibió una paliza que le costó la vida. Ambos
crímenes fueron ocultados por sus padres, y seguramente no le habrían detenido
si no hubiera cometido el asesinato de una vecina de seis meses de edad.
Eric Smith
(13 años). Eric Smith solía pasear en
bicicleta alrededor de su pueblo a diario. Cuando Derrick Robie, de cuatro
años, fue encontrado muerto, nadie sospechaba de él. La brutalidad de su
asesinato hace que sea considerado uno de los casos más escalofriantes. El cuerpo de Derrick fue encontrado en
un bosque no muy lejos de su casa y del parque donde jugaba habitualmente. Fue
llevado desde ahí, donde fue ahorcado y golpeado en la cabeza con varias rocas,
además de haber sido sodomizado con un palo. Cuando Smith fue interrogado, el chico no solamente no le
importaba el caso, sino que, además, disfrutaba de la atención generada. Fue
acusado de asesinato en “segundo grado” y aún cumple condena.
Jordan Brown
(11 años). A pesar de que el motivo
detrás de su asesinato no se conoce todavía, los celos parecen haber sido la
causa del crimen que cometió Jordan Brown, que mató a la pareja de su padre en
2009, cuando ésta se encontraba embarazada. La víctima fue ejecutada por la
espalda mientras dormía. Posteriormente se fue a su colegio, donde se comportó
con plena normalidad. Kenzie Houk, la víctima, no se llevaba bien con Jordan,
el cual la llegó a amenazar con anterioridad, diciendo que la mataría.
Carl Newton
Mahan (6 años). Parece imposible
imaginar que un niño de seis años sea capaz de matar. En mayo de 1929 Carl
Newton y su amigo Cecil Van Hoose (8 años) estaban buscando chatarra para
coleccionar. Cecil le robo a Carl la que él había conseguido golpeándole en la
cabeza con ella. Tras lo sucedido, Carl decidió vengarse. En vez de pelearse,
fue a su casa a buscar la pistola de su padre. Entonces, volvió con Cecil y le
disparó a bocajarro tras decirle: “Te voy a disparar”. Carl es considerado uno de los asesinos más jóvenes de la
historia. Fue condenado a 15 años de reformatorio, pero otro juez consideró que
era inapropiado juzgar a un chico de esa edad y quedó absuelto.
Cayetano
Santos "Petiso Orejudo" (9 años). Cayetano Santos (más conocido como Petiso Orejudo), un
chico argentino, cometió su primer asesinato en 1906 cuando mató a una niña de
tres años llamada María Rosa Face. La raptó en la puerta de un almacén y,
después de un estrangulamiento fallido, la enterró viva en un baldío. En setiembre de 1908, con tan solo 8
días de diferencia, intentó asesinar a dos niños de 2 años. El primero, Severino
González Caló, estuvo a punto de ser ahogado en la pileta de una bodega. El
segundo, Julio Botte, fue rescatado por su madre después que el pequeño asesino
en serie le quemara los párpados con un cigarrillo. Tras estos hechos, fue
enviado a la Colonia de Menores Marcos Paz para que se reformara, pero a los
años salió de ahí con un cuadro psicológico incluso menos satisfactorio. Al poco tiempo de estar en libertad,
en 1912 comenzó a realizar asesinatos sin cesar. El 25 de enero asfixia a
Arturo Laurora, de 13 años. El 7 de marzo quema viva a Reyna Bonita Vanicoff,
de tres años. Durante el mes de noviembre, trató en menos de 2 semanas ahorcar
a Roberto Russo y matar a golpes a Carmen Ghittone y Catalina Naulener, pero no
tuvo éxito. A las dos semanas, ató, golpeó, ahorcó y clavó un clavo de 4
pulgadas en la sien a Gesualdo Giordano. En noviembre de 1914 un juez ordenó su
internamiento en el Hospicio de las Mercedes. Allí atacó a dos pacientes. Uno
de ellos resultó inválido y el otro acabó en silla de ruedas. Tras estos
crímenes, fue encarcelado hasta que falleció en la misma prisión, se dice que
los mismos reos lo asesinaron después de que Cayetano quemara vivo a un gato.
Lionel Tate
(12 años). Cuando tenía 12 años, Lionel
Tate asesinó a Tiffany Eunick, de 6 años. Lionel pateó a la niña repetidamente;
luego la asfixió y le estampó la cabeza contra una mesa. Las autoridades
aseguraron que los daños que sufrió Tiffany equivalían a una caída de un
edificio de tres pisos.
Jon Venables
y Robert Thompson (10 años). El caso de
estos amigos aún sigue estremeciendo a Inglaterra y al mundo, pues con tan sólo
diez años secuestraron, torturaron y mataron a James Bulger, de dos años de
edad. Primero le arrojaron ladrillos encima, luego lo golpearon repetidas veces
con una barra de metal, finalmente le quitaron los pantalones, los pañales y lo
torturaron con baterías eléctricas. El cadáver de James Bulger, fue encontrado
cuatro días después de su secuestro, el 16 de febrero de 1993, en una vía
férrea del paraje de Walton; un tren había cortado su cuerpo en dos.
Joshua
Phillips (14 años). Golpeó a su vecina de ocho años hasta matarla, después
escondió su cuerpo bajo su cama durante una semana, cuando su madre descubrió
el cuerpo de la niña por el olor fétido proveniente del cuarto, él le confesó
que la había matado mientras jugaba con ella, su madre salió corriendo de la
casa y Joshua aprovechó para apuñalar el cuerpo 11 veces. Fue condenado a
cadena perpetua por la policía de Florida en 1999.
Natsumi
Tsuji (11 años). Niña japonesa que fue
sentenciada en año 2004 a pasar nueve años en prisión por degollar a una
compañera con un cúter en un salón de clases, después de que fue llamada:
“gorda”.
Mary Bell (10 años). Fue
encarcelada en Inglaterra en 1968, un día antes de cumplir once años por
estrangular a Brian Howe, un niño de tres años al que le cortó los genitales y
el cabello. Los informes policiacos concluyeron que después de estrangular a
Brian Howe, regresó más tarde para marcar con una navaja sus iniciales sobre el
cuerpo.
Craig Price
(15 años). En 1989 el estadounidense
Joan Heaton, un hombre de 39 años de edad, fue encontrado muerto en medio de un
gran charco de sangre junto a sus dos hijas. La policía informó que Joan tenía
aproximadamente 60 puñaladas en todo el cuerpo, mientras que sus hijas tenían
30 cada una. Durante una ardua investigación la policía concluyó que el
asesinato sólo podía haber sido causado por alguien del vecindario. Sin embargo
Craig Price, confesó el homicidio y otro ocurrido dos años antes en el mismo
vecindario.
George
Stinney (14 años). En junio de 1944, batió record por ser la persona más
joven en ser ejecutada legalmente en Estados Unidos en el siglo XX. George fue
declarado culpable de la muerte de Betty Jane Binnicker (11 años) y Mary Emma
Thames (8 años). Cuando las autoridades le preguntaron la razón del homicidio
confesó que quería tener relaciones sexuales con Betty Jane Binnicker, pero ella
se negó y terminó matándola a ella y a su amiga. Los restos de las niñas fueron
encontrados en una fosa mal cavada; los forenses dictaminaron que la causa de
ambas muertes fueron las múltiples fracturas en el cráneo hechas con un trozo
de una vía de ferrocarril. Grupos reaccionarios señalaron que el juicio fue
resultado de una discriminación racial, ya que George era negro.
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