Diosa-carne
Como vampiro te chupo el
deseo
Te arrimo al cíclope en
estado de trabuco
belladona desvergonzada
y en consecuencia me hago
navegante de yesca.
Entrona viva, la que espía
para luego hacerse la
inocente,
desnudas mis ojos en el
reino
orlado de pelambre;
la sombra tiene encajes
y brama la ternura
porque acaba de
engarrotarse
¿Qué escondes que te da un
aura sagrada?
Caverna en la que entro
impuro y salgo puro,
donde la violenta ola
padece de naufragio.
Secretadora de pitos
guerreros
arroja mi alma lechosa
a la cara de la muerte
Diosa-carne serena de
bullicio
de mis dos sonajas
con la danza de la música
ceñida entre las piernas.
Con animalidad mueve la
batuta
para hacerle camino
a los coros galantes
de la ferviente noche.
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