El mito de los andróginos: una apología a Alcibíades

                                                           

 El mito de los andróginos: una apología a Alcibíades           
       
Por Brian J.  Alavez Trujillo

“Contra la belleza de los mortales, ni los dioses pueden”
Ovidio

No cabe duda que uno de los diálogos más complicados de interpretar es El Banquete de Platón. Digo complicado si aceptamos que, si la comprensión dramática de los diálogos arroja pistas y luces para la comprensión del tema que el diálogo aborda, entonces El Banquete se vuelve complicado por su laboriosa estructura dramática. Otra complejidad es el tema mismo que aborda: Eros. Hablar del amor, de la apetencia sexual, no es una tarea diáfana y parece ser tan complicada como la estructura del mismo diálogo.

Sobre la lectura de El Banquete es evidente que uno de los discursos más sobresalientes es el diálogo entre Sócrates y Diotima y se llega a colegir que la concepción de Eros en Platón, es justo la que presenta Sócrates. No debemos ignorar la totalidad del diálogo, y ello implica tener consciencia de cada detalle de esta obra, por lo que en este texto nos enfocaremos en la concepción de Eros desde la perspectiva aristofánica, equiparándola con el encomio hecho por Alcibíades. Para comprender mejor la concepción aristofánica es necesario analizar la interrupción de Alcibíades, pues parece ser una “respuesta” de Aristófanes hacia Sócrates. El lector recordará que justo antes de la llegada de Alcibíades, Aristófanes iba a responderle algo a Sócrates[1].

Así, el modo de proceder de este ensayo es analizando una parte del mito de los andróginos [189c-193d] y la interrupción de Alcibíades [212a-223d]. Cabe aclarar al lector que el diálogo entre Sócrates y Diotima es fundamental para ver el contraste con el discurso de Aristófanes y la interrupción de Alcibíades, sin embargo no analizaré dicho discurso por la prolongada tarea que ello exige, por lo que sugiero al lector tener presente dicha parte aunque no se analice aquí.  
El porqué hablar de ello radica en el hecho de que, a mi modo de ver, el mito de los andróginos y la interrupción de Alcibíades, muestran un Eros asequible para la comprensión de los seres humanos, es decir, son discursos que reflejan la experiencia humana ante el Eros y que evidencia cómo el ser humano está sometido a su poder. Por lo que el objetivo  de este ensayo es señalar cómo hasta la misma figura de Sócrates está sometida al poder de Eros, a un Eros sexual y que responde a las necesidades corpóreas. En otras palabras, demostrar que el Eros socrático descrito por Alcibíades, corresponde con la concepción de Eros representada en el mito del andrógino.

-La condena aristofánica
Uno de los “discursos” más bellos y sobresalientes es el de Aristófanes. Hay un sinfín de detalles que uno podría detenerse a analizar, sin embargo esta tarea nos rebasaría en el presente ensayo. Basta con recordar que los andróginos fueron divididos por los dioses, por Zeus, la arrogancia de aquellos rivalizaba con la de los dioses y fueron castigados, debilitados y condenados. La primera característica del andrógino es su soberbia y su osadía de creer prescindir de los dioses. Llama la atención que dentro del diálogo el personaje  que se muestra como el más soberbio es Alcibíades, pero no sólo este detalle, sino que también se presenta como el personaje que más sufre. Con este panorama, Alcibíades parece reflejar la condena aristofánica, Alcibíades por su soberbia se presenta solo, dividido e incompleto.
También es importante denotar que Platón en boca de Aristófanes ilustra muy bien la sexualidad: homosexualidad; hombre-hombre, heterosexualidad; hombre-mujer, lesbianismo; mujer-mujer. Mas en la relación que debemos prestar atención es en el andrógino hombre-hombre. “Persiguen a los varones y mientras son jóvenes, al ser rodajas de varón […] aman a los hombres y se alegran de acostarse y abrazarse […] Algunos dicen que son unos desvergonzados, pero se equivocan. Pues no hacen esto por desvergüenza sino por audacia, hombría y masculinidad, abrazando lo que es similar a ellos […] son los únicos que resultan valientes en asuntos de política.”[2]
La presente cita es de suma importancia pues refleja la figura del bello Alcibíades y su relación con Sócrates. En más de un diálogo platónico, y además de fuentes históricas, se hace alusión a la carrera política de Alcibíades. En la precedente cita no se justifica  por qué en una relación hombre-hombre, uno de estos debe de ser brillante para la política. Así, parece que la alusión hecha por Aristófanes, señala directamente a Alcibíades, incluso dentro de su discurso se excusa diciendo, sobre este tipo de relación, que no se malinterpreten sus palabras, y que los comensales no consideren que él hace alusión a Pausanias y Agatón[3]. Si somos conscientes de la relación entre Sócrates y Alcibíades, y que éste aspiró a la política, la alusión parece ser muy directa, sin embargo, esta alusión es irónica en tanto que sabemos que la carrera política de Alcibíades no fue brillante y que Platón es consciente del fracaso que tuvo Alcibíades como político.

Continuando con nuestro estudio, debemos tener presente que estamos ante un Eros en una relación hombre-hombre, es decir, una relación “estéril”[4], no se “engendra” la eternidad de la procreación, de la continua reproducción del cuerpo, antes bien, la relación entre hombre-hombre parece generar otro tipo de producto que no es corpóreo, parece genera ideas o conocimiento, y por ello Aristófanes hace alusión a la posibilidad de una carrera política exitosa. Esta idea no parece quedar clara de manera inmediata, mas pensemos qué unió a Sócrates con Alcibíades. Más adelante veremos que no fue la belleza corpórea.

“Por tanto, cada uno de nosotros es símbolo de hombre, al haber quedado seccionado en dos de uno solo, como los lenguados. Por esta razón, precisamente, cada uno está buscando siempre su propio símbolo.”[5] Una lectura superficial de El Banquete concluye en que Sócrates y Alcibíades son diametralmente opuestos[6], sin embargo debemos pensar y reflexionar si efectivamente es así. Con la sentencia aristofánica de que buscamos a nuestra otra mitad, a nuestro símbolo, tenemos dos ópticas para explicar la relación de Sócrates y Alcibíades: o bien algo compartían, tenían algo en común, o Alcibíades estaba muy equivocado,  inclinémonos por la primera posibilidad.
De manera anticipada hay que considerar una cosa, y es que Aristófanes hace una apología de Alcibíades, que ya veremos con mayor detenimiento en el siguiente apartado, pero en la cita número uno (ver nota al pie no.2) Aristófanes alude que el hombre que ama a otro hombre, no es desvergonzado, sino todo lo contrario, es un ser de admiración. La alusión a mi parecer es obvia cuando Alcibíades se dice a sí mismo desvergonzado, es un asunto que no debemos ignorar para tener presente el paralelismo entre el discurso de Aristófanes y las acciones de Alcibíades al final del diálogo.

Hay que pasar a otro punto fundamental, la definición de Eros por parte de Aristófanes: “Amor es, en consecuencia, el nombre para el deseo y persecución de esta integridad.”[7]Una pregunta imperante que debemos hacer es la siguiente: ¿Sócrates responde a este tipo de Eros? ¿Acaso no es el mismo Platón el que nos pinta o retrata a un Sócrates siempre deseoso y buscando? Sí. Sócrates siempre anda buscando con quién dialogar, y en ese dialogar, busca llegar a alguna sabiduría sobre un tema en específico. Hago mención de ello porque Platón mismo también dibuja a su maestro rodeado de jóvenes y de buen aspecto: Cármides, Fedro, Apolodoro y el mismo Alcibíades, ¿esto no es un hecho un tanto peculiar? Alguien que está consagrado al saber o a la búsqueda de éste, ¿para qué se rodea o busca la compañía de jóvenes atractivos? Ahora bien, ¿Sócrates los buscó o éstos se acercaron a él?[8]Si ha sido Sócrates el que ha dado el primer paso, los reclamos de Alcibíades, como veremos en el segundo apartado, cobran mayor sentido, al tener presente estos pequeños matices.

Regresando a nuestra última cita (192e), vemos que la definición habla de integración, se busca al otro para estar completo. En esta relación (Sócrates-Alcibíades), vemos que Alcibíades sí busca completarse, sí busca a su otra mitad, Sócrates por su parte parece que no. ¿Por qué Sócrates, este Sócrates, no desea completarse?, ¿por qué no quiere ser uno? Teniendo en cuenta las palabras de Aristófanes, el andrógino no necesitaba de nada, estaba pleno, básicamente era perfecto a tal grado que rivalizaba con los dioses, así que ¿el andrógino tendría necesidad de filosofar?, ¿tendría dudas?, ¿tendría ansias por el saber? Claro que no. Este detalle es de suma importancia porque entonces tenemos dos opciones: Sócrates, en tanto que filósofo, no desea ser pleno o perfecto, ello le impediría filosofar, regresar a ser uno, aliviaría su necesidad de querer saber, o bien, la filosofía promete algo mucho mejor que la perfección andrógina.

Para sustentar aún más la idea anterior, conviene tener presente esta escena donde se habla de la felicidad alcanzable desde la visión aristofánica. En el 192d-e vemos un bello relato, el cual describe la unión de estos seres divididos, dos hombres que no engendran. En dicha escena está Hefestos, se aparece ante los amantes y les pregunta si quieren estar juntos todo el tiempo, si ellos desean que los funda en ese momento donde yacen juntos y hasta que ellos desciendan al Hades. Los amantes perplejos se mirarían y dice Aristófanes “sabemos que ninguno se negaría ni daría a entender que desea otra cosa, llegar a ser uno.”[9]Esta escena nos hace pensar en Alcibíades y Sócrates, cuando Alcibíades está acostado con Sócrates y le dice que sea su amante y, nos cuestionamos, ¿qué pasó con Sócrates?, ¿por qué rechaza a Alcibíades? La respuesta inmediata, es que la belleza de Sócrates  es superior a la de Alcibíades, y por ello se considera a Alcibíades inferior en relación con él, en tanto que se habla de belleza. Pongamos en paréntesis esta respuesta, y con base en el relato aristofánico, vemos que Sócrates escapa o es inmune a este deseo, es inmune a la vieja naturaleza, a la naturaleza del andrógino. Parece ser así dado que Sócrates no desea una copula sexual mas ¿realmente Sócrates tiene esta fuerza? Aún más ¿el hombre es suficientemente fuerte para someter a su cuerpo ante las pasiones? Como veremos en el segundo apartado, Sócrates le habla a Alcibíades de una belleza que no es corpórea, una belleza que Alcibíades parece entender y que tal vez se pueda relacionar; sólo por hacer mención, con la belleza en sí de la que se habla en el diálogo con Diotima, mas ¿sólo por poseer conocimiento de lo bello en sí nos hace inmune de las necesidades corporales?

 Nos hallamos ante una gran pregunta dado que no es fácil de responder. Si decimos que Sócrates efectivamente está exento del Eros aristofánico, es como decir que Sócrates no es hombre mortal, y que no anhela o busca inmortalidad. Suponiendo que el conocimiento de lo bello en sí sea suficiente para someter al cuerpo –en el caso de Sócrates—, la pregunta que deberíamos hacernos es si todos son capaces de reconocer esta belleza en sí misma. Otro aspecto importante a analizar es si efectivamente Sócrates puede dejar de ser hombre, normalmente Platón lo muestra como el más mesurado en cuanto a los asuntos del cuerpo, en el mismo Banquete es el más sobrio, pero por más mesurado que sea, tiene un cuerpo y en algún momento debe responder a éste.[10]

Para culminar esta apartado hay que entender qué es lo mejor para Aristófanes, es decir, la concepción de Aristófanes sobre el Eros no sólo es una descripción sobre nuestra naturaleza y nuestro padecer, también anuncia que hacer el amor es lo más deseable, es lo que nos alivia, y si nos aliviamos constantemente, se genera un estado mejor, se llega a ser feliz “digo que nuestra raza sólo podría llegar a ser feliz si lleváramos el amor a su culminación […] y si esto es mejor, necesariamente también será lo mejor lo que en actuales circunstancias, se acerque más a esto, a saber, encontrar un amado que por naturaleza responda a nuestras aspiraciones.”[11]Esta cita esclarece un punto y  nos obliga a hacernos una pregunta, ya que, es evidente que para Aristófanes  esta búsqueda y posible hallazgo nos haga felices, entonces ¿Sócrates nunca aspiró a encontrar a alguien? Con la lectura del diálogo vemos que hay una aspiración por Agatón, una aspiración que Alcibíades denota.
Con esta mirada aristofánica, ¿podemos decir que Sócrates aspiró a Alcibíades de una manera erótica? La respuesta parece ser negativa si decimos que Sócrates y Alcibíades en nada son iguales, pero ¿qué pasaría si encontrásemos elementos que indiquen que tenían cosas en común?, ¿qué pasaría si denotamos que de hecho son personas afines? Tendríamos que pensar por qué Sócrates no quiere ser feliz con Alcibíades, por qué no buscó ser uno con él.

-La indignación de Alcibíades: una descripción de Sócrates erótico
A continuación analizaremos la interrupción de Alcibíades, una escena que debe ser estudiada y que al tener presente el mito de Aristófanes, se entiende mucho mejor al personaje Alcibíades, lejos de burlarnos como los demás comensales, es probable que sintamos lástima y nos identifiquemos con uno de los hombres más bellos de Atenas.

La relación de ambos pasajes se hace patente con el pequeño y significativo señalamiento retórico de Platón[12]. Con esta alusión vemos que toda la escenificación de Alcibíades es la hipotética respuesta que Aristófanes hubiese hecho a Sócrates, pues recordaremos que justo cuando Sócrates termina de dar su discurso sobre Eros, interrumpe Alcibíades en el banquete, así que con las acciones de Alcibíades bastarán. Para analogar aún más fuerte aquellas dos partes, basta recordar la molestia de Zeus, la cual se origina por la actitud soberbia de los insolentes andróginos[13] y llama la atención la entrada de Alcibíades pues, en apariencia, es el personaje más insolente y cargado de orgullo: llega con una gran turba, se corona y corona a otros (Sócrates y Agatón) y hace lo que se le da la gana, pues los comensales hicieron un encomio a Eros y Alcibíades deliberadamente opta por encomiar a Sócrates. Este ambiente presentado por Platón, parece escenificar la esencia del andrógino: la pretensión de no necesitar nada de nadie y creerse autosuficiente, tal como lo hace Alcibíades.

Después de que los demás aceptan la propuesta de Alcibíades y que éste reconoce a Sócrates y además lo ve muy cerca de Agatón, comienza a hacer su descripción sobre el Sócrates que él conoce. Así que hay que tomar las palabras de Alcibíades como algo serio y revelador pues el mismo Sócrates promete no interrumpirle si aquél dice la verdad y Sócrates nunca interrumpió el discurso de Alcibíades, por lo que podemos entender que la molestia y a la vez encomio de Alcibíades es fidedigno y aprobado por Sócrates[14].

“Sócrates, ni tú mismo podrás discutirlo, pero que también te paseasen lo demás, escúchalo a continuación. Eres un lujurioso. ¿O no? Si no estás de acuerdo presentaré testigos.”[15]Son unas palabras filosas las de Alcibíades, tanto que rompen con nuestra imagen de Sócrates, la imagen de un hombre moderado, sensato y que además ha promovido un carácter intelectual más que corporal.
Las palabras de Alcibíades pueden entenderse como un mero insulto, justificado por sus celos y su orgullo herido, pero realmente vale la pena explorar la posibilidad de ver a un Sócrates más humano y a su vez, entender por qué Platón ha dado tanto peso a las palabras de Alcibíades, Platón atrae toda nuestra atención de manera impactante sobre el discurso de Alcibíades ¿acaso hay otro Sócrates que debamos de conocer?

Sócrates es calificado de lujurioso, lo cual no es fácil de ver, pero si recordamos que en más de un diálogo a Sócrates se le ve rodeado de jovencitos prometedores, uno podría pensar en el porqué. En definitiva no es porque Sócrates los considere brillantes, sino que resulta que Sócrates les alecciona. Si no es su capacidad intelectual lo que lo atrae, ¿qué es? El cuerpo, la imagen que se le presenta. Lysis, Cármides, Fedro, Alcibíades y ahora Agatón[16], han tenido contacto con Sócrates. El hecho de que Platón, con el discurso de Alcibíades, pinte a Sócrates no sólo en búsqueda de la verdad, sino también en la búsqueda de otro, pareciera que Sócrates es más participe de la concepción erótica de Aristófanes. También llama la atención que para Sócrates filosofar sólo se hace con otro, el diálogo es fundamental para filosofar.

La relación entre Alcibíades y Sócrates es patente: amante y amado, pues el primero describe cómo Sócrates le genera un padecer y desearía no tener este sufrimiento, pero a su vez sabe que es aún más doloroso no contar con dicha pasión, la presencia de Sócrates lo alivia momentáneamente aunque la vergüenza sea latente[17].

En el 217a aparece algo extraordinario, vemos que el joven Alcibíades sí conoce a Sócrates, en la misma narración que hace Alcibíades, Sócrates le dice que no son iguales: uno vale oro y el otro bronce, pero teniendo en cuenta la descripción de Aristófanes de que el andrógino es un ser dividido, y que las mitades se corresponden porque se parecen, Alcibíades demuestra que  sí está a la altura de Sócrates para estar con él, para ser su amante: “Sócrates está en disposición amorosa con los jóvenes bellos […] Considera (Sócrates) que todas estas posesiones no valen nada […] pasa toda la vida ironizando, bromeando con la gente; mas cuando se pone serio y se abre, no sé si alguno ha visto las imágenes de su interior […] Yo sin embargo, las he visto.”[18]Con esta referencia nos percatamos de que Alcibíades entiende a Sócrates, entiende todo lo que éste dice, también la cita evidencia que no cualquiera comprende a su amado, entonces, si Alcibíades puede seguirlo intelectualmente, ¿por qué Sócrates no quiere yacer con él?

A continuación veremos una de las escenas más íntimas de El Banquete: la descripción del lecho entre Alcibíades y Sócrates, y como ya sabemos, el fracaso de este primero. Esta escena es en suma reveladora pues es un retrato de lo narrado por Aristófanes, es decir, cuando Aristófanes describe como yacen dos amantes y cómo Hefestos se les presenta y les promete una vida juntos, una vida en la que serán uno[19].Ahora, en esta narración de Alcibíades, vemos que Sócrates rechaza la propuesta del dios Hefestos, es decir, se niega a ser uno con Alcibíades.

“Me eché debajo del viejo capote de ese viejo hombre, aquí presente, y ciñendo con mis brazos a este ser verdaderamente divino y maravilloso estuve así tendido toda la noche […] me despreció, se burló de mi belleza y me afrentó […] Me levanté después de haber dormido con Sócrates no de otra manera que si me hubiera acostado con mi padre o hermano mayor.”[20]Las comprometedoras palabras de Alcibíades en apariencia son un reproche, sin embargo hay una serie de detalles que bien valdrían la pena de ser repensados. Si Sócrates no sentía ningún tipo de atracción por Alcibíades, ¿por qué convivía con éste? Además no son acercamientos inocentes, hacer gimnasia juntos, donde tenían que mostrar sus cuerpos desnudos, la invitación a una cena; que como bien dice Alcibíades es una trampa común entre amantes, y acostarse en el mismo sitio, son acciones sugerentes con una connotación sexual, ¿por qué Sócrates aceptó? ¿Acaso fue tan inocente para no darse cuenta de las intenciones de Alcibíades? ¿Resulta que Sócrates es ingenuo ante Alcibíades?

La comprometedora escena podemos relacionarla con la descripción hecha por Aristófanes, pues para éste, un escenario como el que describe Alcibíades; dos hombres a solas que son amantes, implicaría un final feliz: “(Dice Hefestos) ¿Acaso lo que deseáis es estar juntos lo más posible el uno del otro? […] Sabemos que ninguno se negaría ni daría a entender que desea otra cosa […] Simplemente creerían haber escuchado lo que en realidad, anhelaba desde hacía tiempo: llegar a ser uno.”[21]

Con esta referencia nos percatamos de algo muy importante, Sócrates simplemente se resiste a ser uno, ¿por qué se niega esta felicidad? El argumento de que Alcibíades es inferior en intelecto se va diluyendo en tanto que, por lo que ya hemos expuesto, es el único que parece entender a Sócrates. Por otro lado debemos tener presente la imagen del andrógino, el ser perfecto que es independiente y no parece necesitar de los dioses, sólo basta estar con él mismo, pues es completo, así que, Sócrates parece rechazar la completud, rechaza ser uno, rechaza la perfección, ¿por qué? Porque si fuese perfecto, si no necesitase más que a su mitad, parecería que el filosofar no es necesario, el diálogo se cancelaría. Si se es feliz y completo, ¿qué caso tiene filosofar?

La contraparte es Alcibíades, el sí desea volverse uno, se lo ruega y suplica a Sócrates, sin embargo ya vemos la dicotomía entre desear ser uno y filosofar, se ve en el mismo Alcibíades cuando nos expresa su experiencia con el discurso filosófico: “Yo, pues, mordido por algo más doloroso y en la parte más dolorosa de la que uno podría ser mordido –pues en el corazón, en el alma, o como haya que llamarlo, donde he sido herido y mordido por los discursos filosóficos.”[22]¿Cuáles han sido esas palabras ponzoñosas? Las mismas que le dijo Sócrates, las mismas con las que este filósofo le explica “por qué” en ese momento no yacerán juntos.

“Al verla, compartirla conmigo y cambiar belleza por belleza, no en poco piensas aventajarme […] y de hecho te propones intercambiar oro por bronce.” Con esta referencia mínimamente nos percatamos que Sócrates no yace con Alcibíades porque considera que su belleza es superior, pero más adelante  Sócrates agrega: “Pero, mi feliz amigo, examínalo mejor […] la vista del entendimiento, ten por cierto, empieza a ver agudamente cuando la de los ojos comienza a perder su fuerza.”[23]El argumento de Sócrates es un tanto ambiguo, pues al parecer, por la diferencia de “edades” –la capacidad de la visión—él puede percatarse de más cosas que otro más joven, por lo que se deduce que Alcibíades no puede ver lo mismo que Sócrates, ¿pero en efecto es así? El mismo Sócrates nos da la respuesta, y a mi parecer sigue siendo incomprensible el porqué Sócrates rechaza a Alcibíades: “En tal caso, debes de estar viendo en mí, supongo, una belleza irresistible y muy diferente a tu buen aspecto físico.”[24]Con esta respuesta de Sócrates vemos que Alcibíades también reconoce la belleza que no es visible, la que no radica en el cuerpo; lo reconocen, no es la belleza física lo que atrae a Alcibíades, entonces Alcibíades no es tan diferente de Sócrates, pues también reconoce una belleza en sí. Ahora ¿Sócrates es diferente de Alcibíades?

Se presenta a un Alcibíades orgulloso y caprichoso, ¿pero en verdad no tenía razón para estarlo? ¿Acaso todo lo que sintió por Sócrates fue una quimera? “En el futuro, pues, deliberaremos y haremos lo que a los dos nos parezca mejor en éstas y en las otras cosas.”[25]¿Por qué Sócrates no fue tajante con Alcibíades?, ¿por qué no simplemente decirle un no ahora y nunca? El comportamiento de Sócrates ante Alcibíades es ambiguo, o en exceso amistoso, ¿pues quién sería tan afable con alguien que nos es completamente indiferente? En fin, la actitud de Sócrates es, humanamente hablando, incomprensible.

Retomando la pregunta de si no hay diferencia entre Sócrates y Alcibíades, también nos percatamos de un Sócrates orgulloso y tal vez soberbio, pues cuando Sócrates termina de escuchar su encomio, responde y actúa de la siguiente manera: “Déjalo, pues, divino amigo, y no tengas celos del muchacho por ser elegido por mí, ya que, por lo demás, tengo muchos deseos de encomiarlo.”[26]Después de todo lo que expresó Alcibíades, vemos que Sócrates trata aquel discurso con ligereza, algo de poca importancia; y casualmente, es el discurso del que se mofan todos. Llama la atención este hecho en tanto que es el discurso más honesto, pues no busca refutar, o complementar otro discurso ya dicho, Alcibíades sólo desea expresar lo que siente. Sócrates ve los celos patentes de Alcibíades, Alcibíades está celoso de Agatón, y con justa razón, pues en ningún momento ni Sócrates ni Agatón, esclarecen que la compañía entre ellos sea indiferente, todo lo contrario, reafirman su intención de querer estar juntos. ¿Cómo podemos ver el orgullo de Sócrates? En el hecho de que a Sócrates no le importan los sentimientos de Alcibíades[27], si este sufre le es indiferente, aún más soberbio cuando le dice no tengas celos, pues básicamente le solicita que no sienta, como si ello fuese humanamente posible.

Después de exponer la postura de Alcibíades, vemos que Sócrates y aquel no son tan diferentes, y teniendo presente la descripción de Eros hecha por Aristófanes, entendemos aún más la postura y el dolor de Alcibíades: por decisión de Sócrates, el hombre apuesto de Atenas, está condenado a sufrir y nunca ser feliz, aunque tenga la posibilidad de serlo. Sócrates, desde la perspectiva aristofánica, también se condena a la infelicidad: nunca sanará ni momentáneamente, la sajadura de Zeus. ¿Por qué lo decide así Sócrates?

Conclusión
Al hacer la comparación entre el discurso de Aristófanes y el de Alcibíades, brotan cuestiones que hacen incomprensible la postura de Sócrates. La postura aristofánica incentiva la búsqueda y hallazgo del otro que nos promete felicidad, se sana momentáneamente la herida hecha por Zeus, entre más nos esforzamos por sanar, la felicidad parece ser más asequible.

En el primer apartado vimos la cuestión de si Sócrates buscaba completarse con otro, y las respuestas aparentemente viables no son del todo satisfactorias. Sexualmente Sócrates parece ser un hombre que prescinde de ello, pero por diferentes matices que ya señalamos no queda claro por qué buscaba o se rodeaba de jóvenes bellos. También hicimos alusión a que, si bien Sócrates se muestra autosuficiente ante el deseo de yacer con otro, su actividad, el filosofar, es muy dependiente de otro, pues si aceptamos que el filosofar sólo se da en el diálogo, forzosamente ello implica la búsqueda del otro, para que en el diálogo se procreen ideas.

En el segundo apartado hicimos un mayor énfasis en la relación que tenía Sócrates con Alcibíades, denotando que la relación era más complicada y que, la lectura y respuesta superficial del porqué Sócrates se niega a yacer con él, son insatisfactorias y en realidad no responde a la actitud enigmática de Sócrates. Decir que son seres completamente distintos, se diluye dicha respuesta al mostrar que ambos son semejantes: Sócrates también es soberbio como Alcibíades, y Alcibíades también es sabio como Sócrates.

Cuando Aristófanes explica la relación entre el andrógino dividido y dice que uno es símbolo del otro, debemos ver en qué sentido Alcibíades es símbolo de Sócrates y viceversa. Atendiendo a la pregunta de por qué Sócrates tiene la inclinación de acercarse a jóvenes bellos, es porque esta belleza física es símbolo de otra belleza que no es corpórea, esa belleza que Alcibíades empieza a ver en Sócrates. Sócrates se acerca a estos jóvenes bellos porque son símbolo de la otra belleza.

En el caso de Alcibíades, la relación se complica, tan complicada es que Platón la escenifica como un gran drama de amor. La indignación de Alcibíades es proporcional a su dolor, un dolor que en sí no lo origina Sócrates, es el dolor que, según la perspectiva aristofánica, poseemos ya por naturaleza. Sócrates viene a intensificar el dolor de Alcibíades al presentársele como su otra mitad. En el segundo apartado expusimos las diferentes razones por las que sí podían yacer juntos, ambos son bellos (uno más del cuerpo y el otro del alma), entre ellos se complementan, no son tan diferentes, y como lo retratamos, cumplían todas las características para que Hefestos se presentara y les prometiera una eternidad unitaria: siempre ser uno. La respuesta negativa de Sócrates tiene consecuencias, a mi parecer, terribles.

Si la búsqueda y unión con la otra mitad es la felicidad, Sócrates en tanto que representa al filósofo, condena a todo aquel que se consagre a la filosofía a la infelicidad, a la soledad, pues, si el que filosofa llegase a completarse con su otra mitad, a ser perfecto, ¿qué necesidad habría de filosofar? Sócrates rechaza ser uno y perfecto porque ello aniquilaría su quehacer. Esta es una posible consecuencia, o bien; el acto de filosofar promete una dicha aún mayor y por ello Sócrates no se conforma con la felicidad que Alcibíades pueda darle. Esto en el caso de Sócrates.

En el caso de Alcibíades, donde se presenta al hombre común, capaz de enamorarse y sufrir, pero que también demuestra su capacidad intelectual para entender al filósofo, está condenado a un eterno sufrimiento, pues la filosofía no le es placentera como a Sócrates, la filosofía es la mordida de una víbora. Así, el hombre común y corriente no tiene esperanza más que hallar a su otra mitad y rehuir de la filosofía.

Finalmente, debemos pensar qué camino es más asequible o preferible. Alcibíades halla su camino, pero le es negado por ser demasiado humano, ¿Sócrates es inhumano? “Habiendo pasado así, al atardecer se fue a su casa a descansar.”[28]Aun con toda la fuerza con la que presenta Platón a su maestro, culmina El Banquete denotando que Sócrates también es humano.



[1] Al final de El Banquete entra Alcibíades y hace una descripción de Sócrates, que a mi ver, completa y reafirma la descripción de Eros hecha por Aristófanes “Cuando Sócrates había dicho esto, me contó Aristodemo que los demás lo elogiaron, pero que Aristófanes intentó decir algo […] Mas la puerta del patio fue golpeada […] se oyó en el patio la voz de Alcibíades” (Platón; 2007). Con estos señalamientos podemos ver una relación entre el discurso aristofánico y la interrupción de Alcibíades.
[2] Platón, El Banquete, Gredos, Barcelona, 2007, P.102-103.
[3] Cfr. 193b
[4] En el diálogo Teeteto, Sócrates alude de que el mismo es estéril y que sólo ayuda a parir ideas.
[5] Ibíd.
[6] Uno es sabio, el otro ignorante, uno es mesurado, el otro es impulsivo, el otro es orgulloso, y el otro es modesto.
[7] Ibíd.
[8] Por ejemplo en el diálogo Lysis, Sócrates le enseña a su amigo cómo hay que cortejar al amado, y vemos que el amante es quien se acerca. No sería extraño observar que Sócrates ha sido el que se ha acercado a Lysis y su amigo.
[9] Ibíd.
[10] Llama la atención que en el Fedón, cuando Sócrates tiene alrededor de 70 años, se hace mención de que Jantipa está con su hijo en brazos. Es curioso que un hombre de edad un tanto avanzada haya tenido un hijo, es un indicio que señala que Sócrates no era tan indiferente a sus necesidades sexuales.
[11] Ibíd. P. 105
[12]  Cfr.212c-e“Cuando Sócrates había dicho esto, me contó Aristodemo que los demás lo elogiaron, pero que Aristófanes intentó decir algo […] Mas la puerta del patio fue golpeada […] se oyó en el patio la voz de Alcibíades.”
[13] Cfr. 190b
[14] Cfr.214e
[15] Ibíd. P. 153
[16] Platón explicita la belleza física de estos personajes. Sócrates no está ciego del todo.
[17] “Sólo ante él de entre todos los hombres, he sentido lo que no se creería que hay en mí: el avergonzarme ante alguien. Yo me avergüenzo únicamente ante él. […]Y muchas veces vería con agrado que ya no lo viera entre los hombres, pero si esto sucediera, bien sé que me dolería mucho más.”Ibíd. P.155
[18] Ibíd. P. 156
[19] Cfr. 192d-e
[20] Ibíd. P.219b-d
[21] Ibíd. P.104
[22] Ibíd.P.159
[23] Ibíd.P. 160
[24] Idem.
[25] Ibíd. P. 161
[26] Ibíd. P.169
[27] Recordaremos que incluso Alcibíades llora por su relación no consumada con Sócrates. Cfr. 215e
[28] Ibíd. P. 171

La sombra de Prometeo

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