El gajo

El gajo


Aspereza, los poros del fruto raído del árbol tan sólo dejaban notar aspereza, como un pequeño mundo encerrado por la certeza de que será penetrado hasta su centro. Un delgado pero afilado trozo de hueso se incrustó en la superficie serena, y en un acto de salvajismo, desprendió la corteza parte por parte, con la mirada fija en el ruido que producía. Entonces, cayó la piel desprendida de su huésped. Una intensa brisa hizo tambalear el cuerpo desnudo, pero el gigante se aferró a éste, en un intento de salvarlo desmembró el trozo mientras lo que quedaba caía por el tejado, desilusionado se lo llevó a la boca y el jugo escurrió entre sus dientes.


Coronado Alejandro Abraham Yael

La sombra de Prometeo

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